Cuentos: Supach y el Sacrificio Real
Recientemente, en una publicación de un poema de Kabir, el nombre de Supach apareció, un “vidente” que era un escarbador, o un miembro de la casta más baja, los así llamados intocables. Este es un nombre con el cual los occidentales pueden estar poco familiarizados, pero hay sabiduría en la historia, como veremos.
Uno de los elementos centrales de la cultura y mitología Hindú es la lucha épica entre los Pandavas y los Kauravas, relatada en una obra monumental, el Mahabharata, considerado por algunos como el poema más largo que jamás se ha escrito. (La gran escritura Hindú, el Bhagavad Gita, dicho sea de paso, es parte del Mahabharata; es esencialmente la enseñanza dada por Krishna a Arjuna, uno de los hermanos Pandava, justo cuando la batalla decisiva entre ambos bandos estaba por comenzar) Cuando la gran guerra terminó, Krishna aconsejó a los victoriosos Pandavas llevar a cabo un banquete especial de sacrificio, llamada un Ashvamedh Yag, para expiar las muertes que tuvieron lugar. Les dijo que su sacrificio sería considerado cumplido si, y sólo si, una campana divina sonaba en el cielo limpio al final del banquete.
Como correspondía los Pandavas hicieron preparativos, e invitaron a todas las personas de méritos que pudieron encontrar en el reino – los guerreros y los nacidos nobles, pero también rishis, instruidos pandits, brahmins y santos munis*. Entonces ofrecieron el banquete, pero a pesar de que el mismo Señor Krishna participó, no sonó ninguna campana.
Los Pandavas estaban perplejos, y pidieron a Krishna que buscara dentro y les dijera cuál podría ser la razón por la cual el sacrificio no hubía sido aceptado. Por su visión interior, Krishna les reveló que había un santo de casta baja, Supach, quien vivía en un bosque cercano, que había estado meditando año tras año, y que apenas comía hojas cuando le daba hambre. “Él debe venir y participar del sacrificio,” les dijo Krishna. “Hasta que venga, el sacrificio no estará completo”.
Los hermanos Pandava, llenos de orgullo de reyes, pensaron que quizá la noticia del gran sacrificio no le había llegado a Supach, o que él no había venido por ser de una casta tan baja, así que enviaron un sirviente a buscarlo, y decirle que había comida gratis en el banquete. Pero el ermitaño no prestó atención.
Viendo que Supach no vino, los Pandavas decidieron que ellos mismos debían ir a invitarlo. Cuando llegaron, con toda la ceremonia de cinco reyes en procesión, y le invitaron al banquete, Supach les dijo que iría sólo si le daban la virtud de 101 Ashvameth Yags. (Era la tradición que, si uno podía realizar 100 de estos tan especiales sacrificios, alcanzaría el estado de Indra, el rey de los dioses. El pedido de Supach, por tanto, era que debía ser elevado más allá de lo divino). Al escuchar esto, los Pandavas se sintieron muy abatidos; no habían logrado realizar uno de tales sacrificios, ¿cómo podrían asegurar la virtud de ciento uno de ellos?
Entonces Draupadi, la virtuosa esposa de los cinco Pandavas, preparó platillos especiales para el banquete con sus propias manos, y fue ella misma a pie al lugar donde Supach estaba sentado en meditación, para invitarlo al sacrificio. El ermitaño repitió su condición de recibir la virtud de ciento un sacrificios, a lo que Draupadi respondió, “He escuchado de seres santos como tú que si uno va con amor y fe a visitar a un Sabio Santo, el mérito de cada paso es el de un Ashvameth Yag. Por tanto te ofrezco el mérito de ciento uno de mis pasos aquí este día si simplemente vienes al sacrificio”. Supach entonces aceptó y vino con ella al sacrificio.
Cuando sirvieron al sabio los platillos que Draupadi había preparado, el mezcló toda la comida y luego empezó a comer. Viendo esto, Draupadi pensó “Ehh, él es de casta baja, ¿qué se podría esperar? No sabe cómo apreciar estos platillos.” Pero cuando Supach terminó de comer, para la consternación de todos los presentes, no hubo tampoco ningún sonido de campana. Entonces los Pandavas nuevamente suplicaron a Krishna que les dijera por qué su sacrificio había fallado en encontrar el mérito.
Krishna dijo, “Pregunten a Draupadi, porque fue su pensamiento el que evitó que al banquete ser completado. Cuando un sabio mezcla la comida, como Supach hizo, no es por ignorancia ni por el deseo de mejorar el sabor. Al prepararse a comer, un sabio puede mezclar la comida, o puede llevar su mente hacia arriba hacia la perfección, así que sea que la comida esté dulce o salada, acida o amarga, no necesite dar atención al sabor, y se mantenga por encima de las limitaciones de la comida”.
Al escuchar esto, Draupadi sintió humildad y pidió perdón por su orgullo e ignorancia. En ese momento, ¡el sonido de una campana sonó en el cielo limpio!
Con júbilo, Draupadi dijo, “Oh Krishna, gracias por esta preciosa lección. ¡De verdad, la humildad es el camino hacia el Señor!”
* Rishi : poeta de himnos de los Vedas; Pandit : hombre ilustrado en Hinduismo; Brahmin: sacerdote; Muni: sabio, renunciante, filósofo
Traducido por Baasit Patricio Carrillo