Cuentos: El color del tinte
Había una vez un hombre que había adquirido un trozo de tela blanca, y pensó que le gustaría teñirla de algún color. Sus amigos le dijeron: “Llévala a la calle de los tintoreros. Allí puedes tener cualquier color”. Así pues, el hombre cogió su fardo de tela y se dirigió a la calle de los tintoreros.
La calle estaba repleta de grandes talleres, y en ella había una multitud de personas que se empujaban, muchas de las cuales gritaban y se quejaban de que el color de su tela no era el que habían pedido. Sin embargo, al final de la calle, el hombre encontró un taller muy pequeño donde las cosas parecían más tranquilas, y decidió teñir allí su tela.
Mientras esperaba para ser atendido, observaba a los demás presentando sus trozos de tela al tintorero. Cada vez, el tintorero preguntaba: “¿Qué color quiere?” y a veces decían “azul”, o “rojo”, o quizás “amarillo” o “verde”. Entonces el tintorero cogía la tela y la metía en una tina, la sacaba y se la llevaba al cliente, que siempre estaba contento. “Sí”, decían, “es justo el tono de azul -o de rojo- o de amarillo -o de verde- que quería”.
Pero el hombre que estaba esperando se dio cuenta de algo muy inusual. El tintorero sólo tenía una tina. Cualquiera que fuera el color solicitado por el cliente, la tela entraba en la misma tina y salía justo del tono que querían.
Cuando finalmente el hombre llegó ante el tintorero y le presentó su trozo de tela blanca, el tintorero dijo, como de costumbre, “¿Sí? ¿Qué color quiere?”.
Y el hombre respondió: “¡Hermano! ¡Tiñe mi tela del color del tinte que hay en tu tina!”.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.