Tales : The Messenger and the Key (Spanish version)

Cuentos: El mensajero y la llave 

Érase una vez un padre que se enteró de que sus hijos, que vivían en otra tierra, pasaban hambre.  Esta noticia entristeció mucho al padre, pero sabía que en la casa donde vivían había un almacén que contenía todo lo que podían necesitar, pues él mismo lo había construido y aprovisionado ricamente, previendo que llegarían tiempos de penuria.  Por lo tanto, llamó a un amado y confiable mensajero y puso en sus manos una llave de aquel almacén, diciendo: «Oh amigo, aunque el camino es largo, sé que no me fallarás. Toma esto y dáselo a mis hijos, para que puedan abrir el almacén, y no sufran más de hambre.» 

El mensajero aceptó gustoso la tarea, pero tras un largo viaje, cuando por fin llegó a la meta, los hijos no le dieron una calurosa bienvenida.  El hambre les había hecho enfadar y desconfiar, y no querían escuchar lo que el mensajero tenía que decir.  En lugar de eso, le golpearon contra el suelo, arrojaron la llave sobre la mesa e iniciaron un prolongado debate sobre lo que debía hacerse. 

Algunos pensaban que la llave era un truco y que el mensajero era un estafador que había venido a engañarlos; querían matarlo inmediatamente y tirar la llave. 

Otros creían que la llave pertenecía a su padre, pero no comprendían su propósito.  Sospechaban que el mensajero tal vez había robado la llave. Querían encarcelar al mensajero y esconder la llave, con la esperanza de devolvérsela algún día a su padre. 

Algunos, sintiendo que la llave era realmente un mensaje de su padre, se sintieron embargados por la emoción, y propusieron hacer copias de ella como adorno para llevar sobre sus ropas y cuerpos.  Aunque todavía tenían mucha hambre, iniciaron un nuevo debate sobre cómo debía representarse la llave.  Algunos declararon que, puesto que la llave procedía de su padre, era tan sagrada que no debía replicarse en absoluto, mientras que otros dijeron que la llave era un símbolo que todos comprenderían con el tiempo, si lograban sobrevivir a la hambruna actual. 

Al final, cansados por el hambre y las discusiones, echaron al mensajero y se fueron a dormir, dejando la llave sobre la mesa. 

Sólo un miembro de la familia no se fue a dormir.  Tenía su propia idea sobre el significado del mensajero y de la llave, pero también conocía bien a sus hermanos y hermanas.  Así pues, esperó a que todos estuvieran profundamente dormidos y, en silencio, cogió la llave, se dirigió a la parte más recóndita de la casa, donde hacía tiempo que sospechaba que había algo precioso escondido, y comprendió rápidamente cómo abrir el almacén.  Durante toda la noche trabajó en silencio, trayendo comida y otras provisiones para colocarlas junto a su familia dormida.  Y mientras trabajaba, el mensajero observaba feliz a través de una ventana, olvidadas sus propias penas. 

Cuando los hermanos y hermanas se despertaron, descubrieron que tenían todo lo que necesitaban, aunque no sabían cómo lo habían conseguido, y el hermano que les había servido nunca reveló el secreto, temiendo que pudieran tratarle incluso con más rudeza de la que habían tratado al mensajero. 

En cuanto al mensajero, cuando regresó junto a su Amigo pudo decirle que la difícil tarea había sido cumplida, y el cariñoso abrazo que recibió fue recompensa más que suficiente por todo lo que había soportado. 

Traducido por Inam Anda 

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