Cuentos : El mulá derrota al Erudito
Sucedió una vez que el gobernador de la provincia donde vivía el mulá Nasrudín fue abordado por un erudito que viajaba. El erudito era un hombre muy arrogante que había estudiado muchos libros en diferentes campos y en muchos idiomas diferentes y estaba convencido de que era intelectualmente superior a todos en el mundo.
Presentándose ante el Gobernador, este erudito le dijo: «¡Desafío a su Excelencia! Tráigame a su ciudadano más erudito y sin duda le venceré en cualquier debate. Incluso permito que su erudito elija el tema. Si no responde a mi desafío, su provincia será avergonzada y deshonrada».
El gobernador dijo que encontraría a alguien para debatir con el erudito, pero ninguno de los sabios de su provincia quiso aceptar el papel. Temían que, si eran derrotados, serían castigados. Así que uno tras otro inventaron excusas y, finalmente, el gobernador no tuvo más remedio que mandar llamar al mulá Nasrudín.
Nasrudín llegó a palacio con su segundo mejor turbante y se presentó ante el Gobernador, que le dijo: «Mulá, tienes que defender el honor de nuestra provincia y derrotar a este Erudito. Mi ministro tiene una bolsa de oro si tienes éxito. Pero también tiene un cuchillo, y si no consigues derrotarle, descubrirás para qué sirve el cuchillo».
Cuando el erudito llegó, miró con desprecio a Nasrudín y le dijo: «¿Es esto lo mejor que tu provincia puede encontrar? Muy bien, Mulá. Puedes elegir el tema. ¿Qué debatimos?»
Nasrudín se acarició la barba y dijo: «Supongo que conoces el libro “Los siete niveles de filopraxis en la ontogonía abstracta avanzada”».
El erudito resopló desdeñosamente. «Por supuesto», dijo.
«Entonces debatiremos las conclusiones del capítulo trigésimo quinto».
El Erudito curvó el labio con desdén. «Es cosa de niños», dijo. «Me tomaré una noche para prepararme, y mañana, cuidado, porque te destruiré».
Cuando se había ido, el Gobernador miró nervioso a Nasrudin y le dijo: «¿Estás seguro de que puedes derrotarle, Mulá?».
«Seguro, su Excelencia. De hecho, puede darme el oro ahora mismo».
«¿Pero cómo puedes estar tan seguro?»
«Porque el libro que nombré no existe».
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.