Cuentos: La elección de muerte del Mulá.
Ocurrió una vez que el mulá Nasrudín se metió en problemas por su lengua. Bueno, eso ciertamente sucedió más de una vez, pero esta vez fue grave. De hecho, fue un roce tan cercano a la muerte que su piel fue salvada solo por la sorprendente agilidad de su lengua.
El mulá estaba sentado con algunos amigos cerca de la fuente en la plaza del pueblo, y estaba expresando ampliamente su opinión sobre la lamentable condición de su provincia: la pobreza, el desorden, los altos impuestos, las enfermedades, el hambre, las malas cosechas y más. Según Nasrudín, todo era culpa del gobernador. A medida que mencionaba, con vívido detalle, las deficiencias de ese alto funcionario, sin omitir su apariencia, sus hábitos personales y las escandalosas dudas sobre su linaje, el mulá no se dio cuenta que sus amigos de repente se volvieron inquietos y silenciosos. Finalmente, uno de ellos lo golpeó tímidamente en la rodilla y con una ceja elocuente indicó al mulá que debía mirar hacia atrás.
Girándose, Nasrudín encontró nada más ni nada menos que al propio Gobernador parado allí, flanqueado por un número de soldados grandes y armados. El gobernador claramente había escuchado lo suficiente, y estaba rojo de ira.
¡Agárrenlo! —le ordenó a sus soldados. “¡Por tal insolencia, el castigo es la muerte!”
Al instante, los soldados agarraron a Nasrudín y lo pusieron de pie.
“¡Pero soy un mulá!” protestó Nasrudín. “¡Misericordia! ¡Mi turbante merece respeto!
“¡Respeto!” dijo el gobernador desdeñosamente. “No mereces nada en absoluto, pero muy bien, solo por tu turbante, te concedo algo. Te condeno a muerte, pero puedes elegir de qué manera morirás.
“¡Excelencia!”, dijo Nasrudín, y se arrojó a los pies del gobernador. “¡Que Dios recompense tu generosidad! ¡Elijo morir de viejo!
Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui