Cuentos : ¿Cuál era el ladrón?
Ocurrió una vez que tres hombres se presentaron ante el gran rey Salomón el Sabio para pedirle ayuda.
“Los tres somos comerciantes,” dijo uno, “que viajamos juntos en busca de nuestra suerte. Dejamos nuestro hogar con una gran suma de dinero.”
“Cuando llegó el sábado quisimos ocultar el dinero,” dijo un segundo, “puesto que no debemos tener nada en los bolsillos en el día sagrado. Así que fuimos a cierto árbol y enterramos el dinero bajo este.”
“Y cuando terminó el sábado y regresamos, ya no había el dinero,” dijo el tercero. “Como sólo nosotros sabíamos que estaba ahí, la conclusión es obvia – ¡uno de nosotros es un ladrón!”
“Ya veo,” dijo Salomón. “Y, ¿qué proponen que yo haga por ustedes?”
“Ordena a cada uno de nosotros que hagamos un juramento,” dijo el primero, “de que no hemos tomado el dinero. ¡Aquel que no pueda hacer el juramento se delatará como ladrón!”
El rey Salomón pensó por un momento. Alguien que era capaz de traicionar la confianza de sus compañeros de viaje también sería capaz de jurar en vano para ocultar su delito. Se debía encontrar otro método. “Regresen mañana,” dijo a los comerciantes.
Al día siguiente, el rey dijo, “Antes de considerar su caso, deseo pedir su ayuda con otro asunto.”
Los tres comerciantes se miraron asombrados. ¡El rey Salomón el Sabio les estaba pidiendo ayuda! Hicieron una reverencia con seriedad, instando al rey para que continuara.
“Hubo, hace mucho tiempo, una joven dama y un joven muchacho que crecieron juntos y eran novios,” dijo Salomón. “Juraron que cuando fueran lo suficientemente mayores se casarían, o al menos pedirían el permiso del otro antes de casarse con alguien más. Pero el río de la vida tiene muchos giros y sucedió que la joven olvidó su juramento y se casó con otro hombre. Sin embargo, después de la ceremonia de boda, la joven recordó su promesa y su corazón se afligió.
“Confesó la situación a su nuevo esposo y, al comprenderlo, él dijo que no sería honesto vivir como marido y mujer hasta que encontrasen al muchacho a quien ella había dado su promesa y pidiesen su permiso. Entonces, juntaron todo el dinero que pudieron encontrar, como una dote en ofrenda para el muchacho, y comenzaron a buscarlo.
“Cuando lo encontraron, el muchacho generosamente rehusó aceptar el pago que le ofrecían y amablemente les dio su bendición para vivir felices juntos. Agradecidos y profundamente aliviados, la pareja regresó a casa.
“En el camino, sin embargo, apareció un ladrón, y amenazando con violencia, tomó la funda con el dinero que tenían. ‘Por favor, por favor,’ dijo la mujer, ‘devuélvenos el dinero – ¡es todo lo que tenemos!’ y explicó al ladrón toda la historia sobre la promesa, la boda, la bendición, y el dinero. Y cuando escuchó todo esto, el ladrón estaba tan conmovido por la honestidad y generosidad de los tres que les devolvió el dinero.”
Los tres comerciales se miraban unos a otros incómodos, preguntándose a dónde llevaba todo esto.
“Lo que quisiera que me diga,“ les dijo Salomón, “es simplemente esto: ¿cuál de las personas en la historia tiene mayor mérito?”
Traducido por Darafshan Daniela Anda