Afinando el Corazón
El texto de Hazrat Inayat Khan que se publicó recientemente sobre la flauta de Krishna arroja abundante luz sobre una frase del Gayan que no hace mucho fue objeto de estudio en un círculo Sufí:
La espiritualidad es la afinación del corazón;
no se puede obtener ni por el estudio ni por la piedad.
En relación con esta frase, el grupo consideraba las preguntas, “¿Cómo puede uno afinar su corazón?” y “¿Cómo podemos saber si nuestro corazón está afinado?” En el texto sobre Krishna, Hazrat Inayat dice, “Es en el modelo del corazón del hombre que el primer instrumento de música fue hecho, y ningún instrumento terrenal puede producir la música que el corazón produce, elevando el alma mortal a la inmortalidad.” Pero la mayor parte del tiempo, la mayoría de nosotros no sentimos que nuestro corazón resuene como las ‘arpas de los ángeles,’ tampoco somos capaces de contener toda la naturaleza embelesada como el legendario laúd de Orfeo. ¿Cómo podemos entonces afinar este instrumento sagrado que está asentado en el centro de nuestra vida?
Algunas ideas interesantes surgieron de la conversación del grupo. Una persona observó que su corazón no está afinado cuando hace las cosas de manera automática. En otras palabras, nuestra presencia es necesaria y es útil recordar que nuestra atención se nutre con amor. Es posible estar atentos con el sólo enfoque de la mente, pero esto no promueve la armonía en la forma en la que la amorosa presencia del corazón puede hacerlo.
Sobre la afinación en sí misma, Hazrat Inayat nos recuerda la imagen del Masnavi de Mevlana Rumi, de la caña que ha sido convertida en flauta. Ha sido sacada de la cama, ahuecada y perforada con orificios, talvez con un cuchillo o una braza ardiente; el resultado es la capacidad de producir música hermosa para el deleite y la satisfacción del músico. Pero ¿cómo podemos entender esto? Todo corazón ha sido herido y abollado en el curso de la vida, y sin embargo no todos tocan música divina. ¿Por qué? Tiene que ver con nuestra actitud. Todas las penas en la vida pueden convertirnos en un fino instrumento, si tan solo tenemos la actitud de ‘vaciedad.’ Cuando nos permitimos ser vaciados, entonces la música puede comenzar. Lo que hace a la caña–o a la calabaza–servicial como un instrumento es la paradoja de lo que no está ahí. Con relación a esto, hay un bello verso de Hafiz:
Soy el hueco en la flauta por el que el aliento de Cristo circula.
Escucha la música.
Traducción al español Darafshan Daniela Anda