¿Quién es tu enemigo?
Es una pregunta que surge de un aforismo en el Gayan. Muy a menudo, si uno simplemente abre ese libro al azar, con una buena disposición, encuentra una frase posando en la página como un fénix enjoyado que habla con una sorprendente, casi “oracular” franqueza sobre lo que sea que nos está perturbando en el momento. Sin embargo, también hay pensamientos aquí que, por el momento al menos, nos dejan más confundidos. Este fue uno de ellos:
Tus grandes enemigos son los que están cerca de ti y te son entrañables,
pero tu aún mayor enemigo eres tú mismo.
Si este es el Mensaje de Amor, Armonía y Belleza, podríamos preguntar, ¿cómo es que el Gayan nos advierte sobre quienes están cerca y son entrañables? ¿No están constantemente aconsejándonos pasar por alto los defectos de los otros y buscar la armonía con todos? ¿Debemos ahora mirar a nuestros seres amados como adversarios? Podría uno inclinarse a pensar en las telenovelas, esas largas, dramáticas novelas que son una característica especial de la televisión latinoamericana, en las que varios miembros de extensas, enredadas, intrincadas familias confabulan y conspiran sin fin unos contra otros. “La segunda esposa de mi medio hermano dice que se preocupa por mí – pero ¿estará diciendo la verdad o está tratando de meter sus manos en el negocio de café de la hija adoptiva de mi tío?”
Sin embargo, para comprender la frase debemos preguntarnos primero cual es la batalla que se está considerando. La clave está en la segunda parte de la frase, que nos advierte que nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. En asuntos puramente mundanos – aunque no es realmente posible distinguir entre el mundo interior y exterior – nuestro ser o nuestro “yo” no siempre es nuestro enemigo. Muy a menudo, sí, nos pone en aprietos, pero cuando logramos disciplinarlo un poco nos ayuda a viajar en el sendero del logro, que Hazrat Inayat Khan explicó en esta publicación reciente. El momento en el cual el ego está realmente fuera de lugar, sin embargo, es cuando volteamos hacia adentro y buscamos la perfección del Amor, Armonía y Belleza. (Este es el camino de la renunciación, que Hazrat Inayat describe aquí). Mientras llevemos apenas un vestigio del velo del yo, el reconocimiento de la Unidad nos va a evadir – porque ¿cómo podemos nosotros disolvernos en el Uno si somos “nosotros”?
Desde éste punto de vista, se hace claro que la batalla es sobreponer nuestra convicción de que “nosotros” somos reales, y aquellos que están cerca y son entrañables pueden, sin intención, entorpecer este trabajo por su amor y admiración. El peligro no es lo que ofrecen, sino cómo lo tomamos. Los cercanos y entrañables pueden verter sentimientos sinceros desde lo profundo de sus corazones, y esto es una bendición – pero si usamos mal esa amabilidad para deleitarnos con un masaje de auto satisfacción del ego, nos atascamos fuertemente en el fango de la dualidad, y la Meta, aunque está Aquí Mismo queda infinitamente lejos.
Traducción: Baasit Patricio Carrillo