Hazrat Inayat: Amor, armonía y belleza. Primera parte
Al Mensaje sufí (que no pertenece a los sufíes) con frecuencia se lo llama “El Mensaje de Amor, Armonía y Belleza”. Con esta publicación, comenzamos una serie de tres partes en la que Hazrat Inayat Khan explora el significado y la relación entre estos términos.
¡Cómo las palabras “amor”, “armonía” y “belleza” deleitan el corazón de todo aquel que las escucha! Uno puede preguntarse qué puede haber en estas palabras que es capaz de ejercer tal poder natural sobre el alma humana.
La respuesta es que, si hay algo en la vida que atrae al alma humana, es el amor y la belleza. Si uno pregunta, “¿Y qué hay además de ellos?” la respuesta es, “No hay nada más”. ¿Por qué? Porque ellos son la naturaleza misma de la vida. El amor es la naturaleza de la vida, la belleza es el resultado de la vida, la armonía es el medio por el cual la vida cumple su propósito, y la falta de ella resulta en destrucción.
Cuando reflexionamos en toda esta creación, no podemos dejar dejar de ver que su propósito es expresar un ideal de amor, armonía y belleza. El amor no podría haberse manifestado por sí mismo si no hubiera nada que amar, los ojos no podrían haber visto si no hubiera nada que ver. ¿Qué podría haber hecho el amor si no hubiera belleza? El amor habría sido silente. Sólo puede decirse que el amor existe cuando haya pasado del silencio a la expresión.
Ahora viene la pregunta: ¿Qué ha hecho la belleza? La respuesta es que es el amor el que ha hecho la belleza. Cuando un sufí los llama “Amados de Dios”, tiene esta idea en la mente. Lo que quiera que Dios haya creado, lo ha creado desde Su amor, lo ha creado para que sea amado por Él, y por lo tanto todo lo que Él ha creado y todas Sus criaturas son Sus amados.
Sólo el amante tiene el poder de crear,
y aquello que él crea tiene el propósito de recibir su amor.
Nosotros los seres humanos tenemos nuestros prejuicios; nos gusta uno, nos disgusta otro; consideramos que uno es digno de alta estima y otro sólo merece poca estima, pero para Dios son todos iguales; son Su creación. Es justo como si hubiera sido arrojado lejos un pequeño pedazo de papel donde un poeta hubiera escrito su canción, o que se haya perdido o que no sea apreciado. ¿Cómo podría cantar sin su voz? Así es con el Creador; Él no puede estar complacido cuando Sus pequeños pedazos de papel no son apreciados.
Dios es amor, y Él ha creado al hombre por Su amor. ¿Cómo entonces Él puede estar complacido si uno tiene odio o prejuicios contra su semejante, porque olvida que por más que parezca que no tienen ningún valor, es el amado de Dios? Él lo ha creado para amarlo. Por lo tanto, Dios – el Padre y Madre de todos los seres – se complace por igual con todas Sus criaturas.
Pero ¿no es una cosa más bella que otra, una persona más que otra, sea en su ser interno o externo? ¿Cuál es la razón de esto?
Encontramos la razón cuando consideramos el trabajo de un artista, o un poeta, o un compositor de música, o un escritor. Podemos observar que una composición es mucho más bella que otra. Un cuadro puede ser talvez lo mejor que el artista haya pintado en toda su vida. El poeta puede preguntarse, “¿He escrito yo este verso? ¿de dónde puede haber venido? Es tan superior a todos los otros; es maravilloso cómo estas palabras vinieron a mí”.
Así como vemos esto en el individuo, también lo vemos en el trabajo del Creador. Al mismo tiempo, el amor es el único poder que ha creado o que puede crear.
De esta forma, Dios al mismo tiempo se convierte en el amante y en la manifestación u objeto de amor. A esto los místicos lo llaman en sánscrito con estos tres pares de palabras: Shiva y Shakti, o Purusha y Pakriti, o Ishwara y Maya. Una parte es amor y la otra es belleza. El amor ha creado belleza para ser capaz de amar. Dios es amor; es por eso que es llamado el Creador. Sólo el amante tiene el poder de crear, y aquello que él crea tiene el propósito de recibir su amor.
El Profeta dijo, “Dios es bello, y ama la belleza”. Ahora bien, la palabra “bello” no se refiere a la forma de Dios. Dios no tiene forma. Él no tiene personalidad hasta que se manifiesta a Sí mismo para Sí mismo. Por lo tanto, no es su personalidad la que es bella, porque Dios está más allá de lo que en el sentido ordinario de la palabra es llamado personalidad.
El Creador es más bello que el objeto que ha creado.
¿Cuál es entonces la fuente de la belleza de Dios? Dios es bello porque ha creado la belleza. Si no hubiera belleza en Dios, no podría haber ninguna en Su manifestación. Si no hubiera belleza en el pensamiento del artista, jamás podría haber pintado el cuadro. No se puede ver la belleza en el corazón del pintor, sino en la belleza del cuadro que ha hecho. No es sólo el cuadro el que es bello, el corazón del pintor era bello primero. En consecuencia, nos volvemos capaces de ver la belleza no sólo en la manifestación sino también antes de que fuera manifestada; y antes de que fuera manifestada, ya existía en el amor. En otras palabras, podemos ver que la belleza estaba escondida; la belleza está escondida en el amor, y la belleza que el amor tiene antes de amar es su propia belleza. Por tanto, en cualquier medida que la belleza sea bella, el amor es bello; aún más que eso, porque el Creador es más bello que el objeto que ha creado.
Todas las cosas que hacemos son el trabajo de nuestras manos. Somos su creador, y somos más grandes que nuestras manos. Así es con el amor. El amor es superior a la belleza porque el amor es el creador de la belleza que ama en su vida.
No hay duda de que, al amar, el amor se vuelve limitado, limitado como la belleza; pero ese es el propósito del amor. Si no hubiera belleza, Su amor no podía haberse dado cuenta de la dicha latente de su propia naturaleza. La dicha de su existencia desaparecería.
Tan pronto como podamos pensar de esta forma, vamos a ver que el amante es más grande, incomparablemente más grande que el objeto que ama. El verdadero amor, la verdadera belleza está en el amante. El objeto que ama es mucho más pequeño, aunque por el momento el amante no se da cuenta de la diferencia. El amante piensa: “Tú eres el objeto ante el que me inclino. Eres el objeto del que pienso día y noche, ante el que estoy indefenso. Eres el objeto que admiro, que adoro”. Sin embargo, aun no se da cuenta de la inmensidad de su amor, y en efecto, hablando estrictamente, el amor es mucho más grande que el amante.
Continuará…
Traducido por Inam Rodrigo Anda
Qué hermoso texto. Sólo tengo una pregunta en la última palabra del texto: “Sin embargo, aun no se da cuenta de la inmensidad de su amor, y en efecto, hablando estrictamente, el amor es mucho más grande que el amante…”. No sería en lugar de “amante”, el “objeto que ama” o el “amado”. Porque se supone que el amante es el Creador Todopoderoso? Muchas gracias Murshid e Inam
Beloved brother Abdel Kabir, forgive me for replying in English, but there is no time to provide a good Spanish answer. Although everyone thinks they want to be loved, in truth the lover is greater than the beloved, and the power of love is greater still. When we come to the question of ‘loving God,’ the situation is different – we must begin by loving our ideal, our ‘concept,’ for we cannot love the Infinite Nameless and Formless. So we make an Ideal and we bow before it, but by that bowing we grow. As we grow, our ideal evolves. But in time we may come to the state of realising the Truth, when both the ‘ideal’ and we ourselves vanish. Then we recognise that the love we felt was in fact God’s love, and the flame has consumed our being entirely.
Wow, vanishing…. Thank you so much dear Murshid. Warm Hug