Hazrat Inayat: The Freedom of the Soul pt I (Spanish version)

Hazrat Inayat: La libertad del alma parte I

Aquí está la primera parte de una charla dada por Hazrat Inayat Khan en el Teatro Lenox en la ciudad de Nueva York el 24 de enero de 1926. Se incluyeron versiones altamente editadas de la charla en los volúmenes naranja de la serie del Mensaje, pero este texto está más cerca de lo que en realidad se dijo esa noche.

Amados de Dios,

Esta noche hablaré sobre el tema de la libertad del alma. El hombre quiere la libertad y persigue el cautiverio. No hay una sola persona a quien no toque la palabra libertad, y no hay persona que no anhele la libertad.

Y al mismo tiempo, si miramos la vida humana con una lupa, si el hombre busca la libertad o no, lo que persigue es el cautiverio de una forma u otra. Los antiguos, cuyo imaginario era hermoso, pusieron una idea en una forma hermosa. Así llegó una historia hebrea*; que Dios hizo una estatua de arcilla, la primera forma de la humanidad, y le ordenó al alma que entrara. El alma se negó a entrar, diciendo: “En esta habitación oscura, tengo miedo de entrar, una prisión, un cautiverio; ¿Quieres que entre en mi tumba?” Entonces Dios dijo a los ángeles: “Canten una canción y bailen”, y los ángeles cantaron, tocaron y bailaron. Y el alma entró en éxtasis y en la ceguera del éxtasis entró en este cuerpo de arcilla, en el que entonces fue aprisionado. Esto da una hermosa ilustración, una ilustración del alma en primer lugar, que es la moradora de los cielos y cuya vida es la libertad. No conoce más que alegría, y no ve nada más que belleza. Su propia naturaleza es la paz, y su ser es la vida misma. No es inteligente, es inteligencia. No es un alma, sino un espíritu; no es humana, sino divina por naturaleza. Es así que, el alma se da cuenta continuamente a través de la vida de que está en una limitación, así como un pez se daría cuenta al estar fuera del agua, como un pájaro se daría cuenta de que tiene las alas cortadas. Como han dicho los antiguos persas, ningún bebé nace sonriendo; lo primero que hace el niño al venir a la tierra es llorar. Está en el exilio, es un cautiverio. Mil razones más pueden dar las personas por el llanto del bebé, pero puedes leer en su temblor, en su llanto, un sentimiento de cautiverio. Es una experiencia difícil el momento en que ha llegado a la tierra, se siente diferente, se siente audible por naturaleza y, sin embargo, su audibilidad es limitada. En los dos ojos solo puede ver tanto y nada más. Sus oídos son limitados, puede oír, pero no más. Por naturaleza es la vista en sí misma, es oído en sí mismo, pero ahora depende de los oídos para oír, de los ojos para ver, y eso hace que su horizonte sea estrecho, más pequeño, su mundo se vuelve limitado.

Alguien le preguntó a un hombre sabio: “¿Cuál es la razón del dolor, de la infelicidad?” Y el sabio respondió: “Si dijera en una palabra la razón de todo el dolor que ves en el mundo, es limitación”. La limitación es la causa de todo. Uno dice, “Mis recursos son escasos”. Otro dice: “Mi posición no es lo suficientemente alta”. Otro dice: “Me falta el amor que necesito”. Otro dice: “No tengo conocimientos, o no tengo amigos”. Tal vez veinte mil quejas diferentes salgan por causa de ella. Esa es la limitación en una palabra. ¿Y de dónde viene esta limitación? Esta limitación proviene de un ser celestial que se convierte en un ser terrenal. No hay nada de que sorprenderse en esta vida cuando vemos que casi nadie parece ser perfectamente feliz. El rico tiene su historia que contar, el pobre tiene su historia; el sabio tiene su queja por hacer, el tonto tiene su propia leyenda. Y así, todos tienen algo que decir. Y lo que todos tienen que decir es una cosa, y esa es la limitación.

Lo que uno persigue, lo que uno busca es un sentimiento de libertad. Y, sin embargo, todos persiguen la libertad equivocadamente. La naturaleza de la vida es tal que cada vez que uno piensa: “Eso me hará libre”, eso mismo lo aprisiona más. Y no puede darse cuenta de ello hasta que lo consigue. Mientras él no lo tenga, piensa: “Eso es lo que me hará libre”. Y así continúa la vida. Y el ser humano continúa en la búsqueda de la libertad y ¿qué obtiene? Obtiene cautiverio. Con todo lo que se habla de libertad hoy, la vida es más que nunca antes, una vida de cautiverio. ¿Alguna vez has escuchado algo así, en la historia pasada, que para cruzar la frontera de un país, para ir a otro país, tienen que tener el problema de un pasaporte? Eran libres de ir al país de los demás. Había más hermandad entonces que hoy. Sin embargo, no solo hay pasaporte; hay costumbres, deber y muchas otras convenciones que de inmediato hacen que una persona piense que esta tierra ya no es para el ser humano, para las personas, para los habitantes de este lugar en particular.

Hoy un arquitecto no es libre de expresar la libertad de su alma; tiene que cumplir con las leyes de esa ciudad en particular. Un compositor debe cumplir con las reglas de armonía que los otros escritores de música han reconocido; no puede expresarse libremente. Un escritor de obras de teatro tiene que seguir la técnica, observar la regla poética. Todos tienen sus limitaciones y en realidad no pueden expresarse libremente.

Con toda la charla sobre la libertad, ¿se han acercado más a ella? No, están más lejos cada día. Sin conocer el significado real de la libertad, persiguiendo a la luna, la naturaleza de la libertad se acerca cada vez más al cautiverio. El ser humano vive en cautiverio porque piensa poco. Mientras más piense, más encontrará que mientras sigue el camino de la libertad, a cada paso se acerca al cautiverio.

(continuará)

* Esta historia, de hecho, proviene de la tradición musulmana.

Traducido por Juan Amin Betancur

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