Hazrat Inayat : The Name of the Message pt II (Spanish version)

Hazrat Inayat : El Nombre del Mensaje pt II

Esta publicación iniciada aquí, continúa una charla de Hazrat Inayat sobre la necesidad de una forma manifiesta para difundir el Mensaje divino. Se publica en capítulos debido a su longitud.

Y ahora surge una pregunta para nosotros, como miembros de un Movimiento pionero: ¿qué debemos hacer? Yo digo: debemos dejar el “debemos” fuera de nuestra mente. No hay nada que debamos hacer, pero hay mucho que haremos. Porque “deber” significa la subordinación a un principio, aunque no queramos que un principio nos subordine. Pero haremos mucho; ese debería ser nuestro principal objetivo. En primer lugar, a través de las prácticas que hacemos regularmente, estaremos en ese poder e inspiración que nos ayudará en nuestra vida diaria y en nuestro trabajo por la causa. El descuido de estas prácticas es como un soldado que nunca hace su ejercicio, y cuando llegue una guerra tendrá un momento difícil. Y el soldado tiene que luchar quizás una vez en la vida, pero nosotros tenemos nuestra lucha a cada momento del día. Somos soldados que nunca descansan; desde la mañana hasta la noche tenemos que aguantar a los que no saben. Nuestra lucha no tiene fin, y por lo tanto no tiene fin la inspiración y el poder que necesitamos para luchar a través de la vida. Por humilde y sin importancia que sea nuestra vida, nuestra lucha es grande. Si uno es rico, las riquezas sólo dan mayor lucha. Si uno no tiene nada que hacer, eso es una lucha; si uno tiene mucho que hacer, eso también es una lucha. Uno no puede escapar de una lucha en la vida. Y son nuestras meditaciones, nuestras prácticas, las que nos permitirán mantenernos firmes en tiempos difíciles y enfrentar con valentía nuestras luchas, mientras que el descuido de ellas nos traerá decepción. Es como los soldados que están sin armas en medio de la guerra; es una posición vergonzosa*.

Para nosotros que hemos elegido el camino de la verdad, nuestras luchas son mayores porque sentimos más profundamente. Las dificultades pueden pesar más sobre nosotros que sobre aquellos que no tienen ningún interés por las cosas espirituales, porque nos volvemos sensibles cuando transitamos el camino espiritual. Nuestros sentimientos se vuelven más tiernos, nuestras simpatías más entusiastas, nuestra conciencia más viva, nuestro sentido de la justicia más pronunciado. Estamos dispuestos a reprendernos antes de reprender a otro. Por eso nuestra vida es más difícil en todos los sentidos que la de una persona común y corriente, y por eso debemos tener una batería, la fuerza para soportar todas las cosas de nuestra vida; en otras palabras, para dar equilibrio a nuestras vidas. Cuanto más finos, más tiernos se vuelven  nuestros sentimientos, más fuertes y más poderosos debemos volvernos para crear un equilibrio.

Luego hay otra pregunta, y es que no estamos destinados a experimentar con el trabajo de maravillas. Hay muchas sociedades que se ocupan de las comunicaciones espirituales y de los experimentos psíquicos, que están intelectualmente interesadas en los Mahatmas de los Himalayas y en las encarnaciones pasadas. Dejamos estas cosas para las muchas personas que están interesadas en ellas. Entonces, ¿cuál es nuestro principal objeto de interés en la vida? Es expresar a través de nuestro espíritu, a través de nuestra personalidad, el Ser divino. Y si no lo hacemos, entonces tampoco hemos logrado la otra cosa que excita a tanta gente, ni hemos logrado esta. Dicen en el Oriente que los ángeles fueron creados para glorificar el nombre de Dios, y que los animales fueron hechos para comer, beber y dormir. ¿Pero para qué está hecho el hombre? No ha sido creado para vivir como un ángel, alabando al Señor en cada momento del día, ni ha sido hecho sólo para comer, beber y alegrarse, pasando su vida de esa manera. El hombre está hecho para expresar a Dios, para desarrollar en su espíritu lo divino, para que pueda expresar a Dios en su pensamiento, palabra y acción, en todo lo que dice y hace. Ese debería ser nuestro principal objetivo, y ese es el ideal que tenemos que desarrollar en nuestras vidas. Espiritualidad no significa ser un malabarista o un hacedor de maravillas o un narrador de historias; espiritualidad significa la expresión del Espíritu divino.

Y ahora que llegamos a la pregunta de qué actitud debemos tener hacia los demás, nuestra actitud hacia aquellos que simpatizan con nosotros debe ser de aprecio, pero también debemos tratar de hacer que los extraños sean nuestros amigos y nunca convertir a los amigos en extraños. Debemos valorar la amistad, y una vez que hacemos un amigo, siempre debemos tratar de continuar con la amistad. Este es el secreto de la espiritualidad.

No necesitamos presionar a otros a que compartan nuestra fe o nuestras creencias, sino que debemos prepararlos para que aprecien otra perspectiva. Aunque lo hayamos logrado en diez años, incluso si en diez años una persona mira el Mensaje desde nuestro punto de vista, es algo logrado. Pero al tratar de imponer, nos oponemos. ¿Creerías que en mi experiencia de trabajo por la causa descubrí que muchos de los que trabajan con entusiasmo y sinceridad, dando su pensamiento y tiempo a la causa, son propensos a antagonizar con otros, a pesar de todas sus buenas intenciones de acercarlos al Mensaje? Y así, en lugar de hacer el bien, se está haciendo mucho daño.

*Avergonzarse puede, por supuesto, significar dar una sensación de incomodidad social, o vergüenza, pero un significado más antiguo es, hacer difícil o complicar.

Continuará….

Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.

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