Hazrat Inayat: El punto de vista Sufi
Ahora me gustaría decir unas pocas palabras sobre el punto de vista Sufi. Difiere mucho del punto de vista general. No es por su discrepancia con los otros, sino por su profundidad. En el caso del trato con las personas, de relacionarse con ellas, de cualquier manera que uno tenga que tratarlas, la primera cosa que el Sufi piensa es: de qué manera puedo evitar herir las susceptibilidades de la persona, como puedo evitar darle un disgusto obviando decir una palabra u obviando hacer algo. ¿Cómo puedo hablar con alguien sin decir algo que lo vaya a herir? ¿Cómo puedo comportarme de manera de no herir o no afectar erróneamente a la persona? En otras palabras, es un punto de vista delicado, pensar delicadamente, y eso es lo que la generalidad pasa por alto. No es sencillo ser atento; no es fácil ser considerado: requiere mucha delicadeza, habilidad; uno debe conocer el arte de dirigirse al otro.
Y el otro punto de vista del Sufi es todavía más complicado, y es mantener la sinceridad, mantener la lealtad, mantener la verdad. Lo falsos halagos, la cortesía refinada, el refinamiento maquillado, estas cosas están en contra de la idea del Sufi. Y por lo tanto, por un lado él debe ser extremadamente fino y cortés y delicado, y por otro lado de ninguna manera puede demostrar a su propia conciencia ser insincero y superficial. Muy frecuentemente hay personas sinceras, pero en su sinceridad hay brusquedad. Encontrarás muchas personas diciendo, “bueno, digo la verdad. Si ellos no están de acuerdo, eso demuestra que no pueden asimilarlo, su poder de asimilación no es grande”. Una persona muy orgullosamente dice, “Le he dado una buena prédica. Él siente que soy totalmente sincero”. Pero la sinceridad no tiene valor sin delicadeza. Si uno pasa por alto la ley de la delicadeza, de la gentileza, queriendo ser muy sincero, es una condición desbalanceada. En un lado la delicadeza, en el otro la sinceridad, crea un equilibrio en la vida.
Otra actitud Sufi es resignarse del pasado, estar atento al presente, y ser optimista del futuro. Lo que está hecho, está hecho, ¿de qué sirve lamentarse? Es el pasado, se fue; dale la espalda y olvídalo. Y pon atención incondicionalmente a lo que sucede ahora, entrega todo tu ser para hacerlo bien. Y hacia lo que está por venir, ten esperanza. De esta forma una persona es capaz de tener la actitud Sufi.
El Sufismo enseña tolerancia. Pero tolerancia no significa: defender al malhechor. Tolerancia significa que el Sufi no se permite juzgar a alguien que no conoce. Sea que la persona está en lo correcto o está equivocada, para juzgar si es buena o mala – déjala ir. Esa es la actitud. Pero muy a menudo por juzgar a las personas, las echas a perder. Tan pronto como acusas a una persona de mala conducta, la has hundido más profundo. Si la dejas libre, su mala conducta se convertirá en su mejor maestro. E interfiriendo con esa enseñanza que una persona está teniendo en su vida, una persona hecha a perder la vida de la otra. Eso es intolerancia. Además, uno nunca está seguro si una persona está mal o bien. Lo que podemos ver es desde nuestro propio punto de vista. Uno no puede ver desde el punto de vista de los otros. No sabe que está escondido detrás. La razón puede llevarlo a uno hasta ahí y no más. Por lo tanto el Sufi trata de mantenerse alejado de juzgar a las personas y sus actos. Para él, su criterio de lo bueno y lo malo es lo que piensa que es bueno o malo por el momento. Pero no juzga a los demás con ese criterio. Dice, “Tal vez ellos tienen su propio criterio de acuerdo a su particular evolución. No soy la persona para juzgarlo”. Las personas pueden malinterpretar a un Sufi porque no tienen una norma o son esclavos de ella. Y hay muy pocos que toman la norma para su uso sin ser sus esclavos, que hacen una norma y que la usan, y que aun así no se restringen por ella.
Tr. Inam Rodrigo Anda