Sobre la búsqueda
La versión del poema “Oh, amigo, espera por Él” de Kabir Das, publicado aquí, nos da una clara advertencia, urgiéndonos a levantarnos de nuestro letargo y hacer lo que podamos en esta vida en la tierra. No tenemos la esperanza, nos dice el poema, de encontrarle a Él en el más allá si no lo hemos encontrado aquí. Esto nos llega como una alarmante contradicción a la garantía religiosa prácticamente universal de que, si nosotros sólo seguimos las reglas prescritas, encontraremos nuestra recompensa en el cielo. No te confíes de sueños vacíos, dice Kabir – porque sabemos que los sueños se desvanecen a la mañana siguiente.
Sin embargo, además de advertirnos, Kabir también nos da esperanza, diciéndonos en el último verso, que es el Espíritu de búsqueda el que nos ayuda. ¿Y qué es eso? Esta búsqueda es escudriñar, explorar, pero usualmente asociado con algo elevado o noble, el romanticismo medieval europeo cuenta historias de la búsqueda del santo Grial, la copa simbólica que Jesús usó en la última cena con sus discípulos. La frase de Kabir “el Espíritu de búsqueda” parece sugerir que cuando buscamos nuestro ideal, no es que sólo nosotros lo buscamos, sino que es el Espíritu que busca a través nuestro, y si le prestamos atención, nos ayudará a encontrar lo que estamos buscando.
Esto suena muy similar al Espíritu de Guía, mencionado en la Invocación y el énfasis principal de la oración Salat. Toda vida es guiada, y cuando sinceramente comenzamos a buscar lo que sea que satisfaga nuestro anhelo, esa meta, ese ser viviente comienza a buscarnos. En otras palabras, el arco y la flecha de Cupido no están separados del corazón, que es el blanco. Pero no podemos ser complacientes acerca de la búsqueda, porque eso sería volver a caer en el letargo. Como dice Kabir, debemos consagrarnos al servicio del Espíritu de búsqueda. En efecto, él lo deja sentado con más énfasis; debemos ser sus esclavos, lo que significa rendirnos a él. Debemos conmovernos a nosotros mismos, y como un caballero medieval, prepararnos para las batalles de la vida y cabalgar hacia delante. En relación con esto, podemos pensar en esa hermosa imagen del Vadan, “Alankaras”:
Cabalgado el caballo de la esperanza,
sosteniendo en mi mano las riendas del coraje,
vestido con la armadura de la paciencia,
y el yelmo de la fortaleza sobre mi cabeza,
comencé mi viaje hacia la tierra del amor.
Traducido por Inam Rodrigo Anda