Acerca del óxido
En esta descripción de “el corazón como un espejo”, Hazrat Inayat Khan dice que la cualidad reflectiva se destruye por “consecuencia” o producto de nuestra mente. En otras palabras, si nuestro corazón no está tan claro y reflectivo como podría estar, no es por las circunstancias externas, sino por nuestra condición interna. Podríamos querer culpar a nuestra frenética vida y nuestras múltiples responsabilidades, pero sería mejor examinarnos. Si tan solo nos afinásemos bien, el polvo del mundo no tendría donde pegarse.
Es útil considerar qué es el “óxido” que se esparce por el espejo. Hazrat Inayat dice, “El corazón se cubre de confusión, miedo, depresión, de todas las formas de emoción que perturban el ritmo de su mecanismo”. Esto podría sorprendernos un poco; es fácil ver como la confusión, el miedo, la depresión nos roban la claridad – pero ¿la emoción? En nuestra sociedad moderna, las emociones son altamente valoradas. Uno puede asegurar su fortuna, parece, solamente si puede encontrar la forma de convertir algo mundano y prosaico, como un ladrillo o una cuchara sopera, por ejemplo, en “emocionante”. Pero la emoción es muy transitoria y conlleva agitación; para que el corazón sea reflectivo, debe haber calma. Las ondas en el estanque deben desvanecerse primero para poder vislumbrar el reflejo de la belleza de la luna.
Lo que es más, la emoción está conectada con el placer, el simulacro mundano de la felicidad. El placer es solo momentáneo, y la mayoría de las veces cuesta más de lo que vale, mientras que la felicidad es duradera. Como el placer viene de lo que está fuera de nosotros, significa que cuando lo perseguimos descuidamos lo que está dentro. Y si existe alguna fuente de felicidad, es aquella que no puede comprarse o prestarse o aprenderse de otros; solamente puede ser descubierta dentro de nosotros mismos, en las profundidades de nuestro ser.
Traducción Baasit Patricio Carrillo