Sobre Nueces y Calabazas
En esta historia recientemente publicada, nuestro amigo el Mulá Nasrudin tiene una conversación con el Creador sobre aquello que el Mulá percibe como una falla en la creación de Dios: ¿porque debe un enorme árbol producir pequeñas nueces y una humilde enredadera producir grandes calabazas? La divinidad responde sucintamente mostrando cuales hubieran sido las consecuencias para el Mulá si el árbol estuviera lleno de pesadas calabazas – probablemente un cuello roto.
Podríamos felicitar al Mulá por haber recibido una respuesta tan rápida, o talvez por percibir la respuesta tan fácilmente. La mayoría de nosotros cargamos con quejas sobre una cosa u otra por mucho tiempo, talvez durante toda nuestra vida, creyendo que no son percibidas y que no tienen respuesta. Sobra decirlo, nuestras quejas rara vez mejoran el mundo, pero afectan nuestra propia condición. Miren cuidadosamente los rostros de los que los rodean y verán que muchos están cargando “piedras en sus zapatos”, por así decirlo; insatisfacción crónica que deja profundas marcas en el espíritu.
¿Cuál podría ser el remedio? Es fácil decirlo: “¡Para de quejarte!”, pero tal consejo no logra mucho. Si realmente quisiéramos liberarnos de algunos de nuestros reniegos, un buen punto para comenzar es desarrollando un mejor sentido de justicia. El Mulá hizo un juicio sobre la obra de Dios basado en sus propias percepciones limitadas. Con un sentido más amplio de justicia, podría haber pensado, “Esto a mí me parece como una falla, pero talvez haya algo aquí que yo no entiendo. ¿Qué es lo que no veo?”. En otras palabras, talvez la “falla”, o la injusticia, es consecuencia de mis propias percepciones.
Se ha dicho con mucha frecuencia que el sufí tiene dos puntos de vista, el propio y el de la otra persona. Somos muy rápidos para juzgar a los demás, y pasamos por alto el hecho de que desde el punto de vista del otro la vida es difícil, cada fragmento de ella tan difícil como la nuestra. Entonces, con un sentido mas amplio de justicia, deberíamos tener también un sentido despierto de la compasión. Muchos están realmente haciendo lo mejor que pueden, y si no pueden hacerlo mejor, todos merecen la mayor comprensión.
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel
About walnuts and pumpkins
In this recently posted tale, our friend Mullah Nasruddin has a conversation with the Creator about what the Mullah perceives as a flaw in God’s creation: why should an enormous tree bear small nuts and a humble vine produce large pumpkins? The Divine responds succinctly by showing what the consequences would have been for the Mullah if the tree were full of heavy gourds – probably a broken neck.
We could offer congratulations to the Mullah for having received such a prompt answer, or perhaps for perceiving the reply so readily. Most of us carry complaints about one thing or another for a long time, maybe all our life, believing that they are unnoticed and unanswered. Needless to say, our grievances seldom improve the world, but they do affect our own condition. Look carefully at the faces that surround you and you will see that many are carrying ‘stones in their shoes,’ so to speak: chronic dissatisfactions that leave deep marks on the spirit.
What could be the remedy? It is easy to say: “Stop complaining!” but such advice doesn’t accomplish much. If we would really like to be free of some of our grumbles, a good place to start is to develop a better sense of justice. The Mullah made a judgement about God’s handiwork based on his own limited perceptions. With a greater sense of justice, he might have thought, “This looks like a flaw to me but perhaps there is something here I do not understand. What is it that I do not see?” In other words, perhaps the ‘flaw’, or the injustice, is a consequence of my own perceptions.
It has been said so often that a Sufi has two points of view, his own and that of the other person. We are very quick to judge others, and we overlook the fact that from the point of view of the other life is difficult, every bit as difficult as our own. Therefore, with a greater sense of justice, we should also have an awakening sense of compassion. Most people are really doing the best they can, and if they cannot do better, they deserve all the more sympathy.