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¿Quién es el huésped? Inner Call podcast #121
En todas las culturas del mundo, la hospitalidad se considera una gran virtud. Ser recibido calurosamente profundiza la conexión entre las personas, permitiendo que la relación se convierta en amistad y que la amistad madure en amor. Por otro lado, no hay nada que enfríe más rápido una relación que una recepción tibia bajo el techo de alguien.
En algunas partes del mundo se acostumbra a decir al huésped que llega: “Esta es su casa”, y normalmente no se dice como una mera convención, sino con total sinceridad.
Hay una interpretación poética del zikar que se refiere a esto. Esta práctica sagrada, repetida regularmente por muchos, suele traducirse al español como “No hay más Dios que Dios”, pero a veces se dice así: “No hay más Dios que el Huésped interior”. Qué privilegio y qué responsabilidad sentir que la Presencia Divina se aloja con nosotros.
Cuanto más pensemos en esto, más puede transformar nuestra experiencia cotidiana. Si sentimos la caricia silenciosa de la luz del sol en nuestra piel, podemos empezar a reconocer que es la Divinidad la que saborea el calor; si inhalamos el perfume de una rosa, es la Divinidad la que contempla el secreto de la flor; si tomamos un bocado de pan, es la mente Divina la que abraza la generosidad del trigo. Esforzarse por ser el anfitrión del Santo Visitante es una maravillosa afinación, que ofrece toda una vida de percepciones y riquezas.
Pero mientras nos esforzamos por cumplir con nuestro papel de hospitalidad, ordenando escrupulosamente la casa, anteponiendo siempre los deseos del visitante a nuestros propios hábitos acostumbrados, a veces podemos captar un destello de diversión en los ojos de nuestro huésped Divino, porque en esta situación, ¿quién es realmente el anfitrión y quién el huésped? No hemos construido la casa que habitamos, y a pesar de nuestras suposiciones, estamos aquí por un tiempo incierto. En cualquier momento podemos vernos obligados a irnos. ¿No sería más exacto decir que somos los visitantes?
Si es así, podemos empezar a aprender una nueva habilidad: ser un huésped, un buen huésped. No es muy diferente de la función de anfitrión, pero quizás hace más énfasis en la gratitud.
Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui