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Ser Musical Inner Call Podcast # 126
En varias conferencias, Hazrat Inayat Khan se ha referido a la necesidad de la religión, aunque él mismo ha aceptado que la creencia en Dios está siendo eclipsada por el materialismo en estos días. En una charla publicada en mayo 28 de 2019, Hazrat Inayat dijo que la necesidad de la religión nunca ha sido que mayor que ahora; y para ayudarnos él ha ofrecido la ceremonia del Culto Universal, respetando la verdad y la dignidad de todas las tradiciones. Pero en la conferencia publicada en junio 1 de 2021, Hazrat Inayat presenta otra mirada, al decirnos que “la música y su filosofía se volverán la religión del mundo”.
Todos en principio escuchamos música y la escogemos cuidadosamente para marcar momentos importantes de nuestra vida; y dado que muchas personas son devotas apasionadas de una o de otra forma musical, entonces esta parece ser una perspectiva interesante. Pero ¿qué quiere decir? Si la música se convirtiera en “religión del mundo”, ¿cómo sería la vida?
Primero, permítasenos considerar la distinción entre lo que Hazrat Inayat llama música real o música del alma, y la producida por el hombre. El primer tipo viene de una fuente divina, de la armonía del alma, mientras que el segundo está hecho con propósitos humanos, tales como agitar sentimientos patrióticos o entretener o incluso con fines comerciales. Esto no tiene como objetivo desvirtuar la música hecha por el hombre; según nuestra evolución, cada quien tiene que ser libre de seguir una forma u otra, según su deseo, pero entre más real la música, más estimulante será. La belleza de la música real es como la que tiene la naturaleza, nos atrae a todos, sin importar la cultura o la creencia.
La música que proviene de la armonía del alma puede traer armonía al mundo, ¿Y qué opina de: “y así mismo, el estudio de la música puede volver musicales a los individuos”? La música está basada en ciertos fundamentos como el ritmo, el tono, el timbre y la armonía. Entre más asimilemos esos principios, más encontraremos que también son aplicables al arte de la personalidad: los cumplimos, o fallamos en hacerlo, en cada pensamiento, palabra y acción. Por ejemplo, una nota debe armonizar con las otras notas en una composición; una nota errada nos molestará, incluso si somos ignorantes de la escala musical. Y de igual manera, una palabra o un acto tiene que armonizar tanto con el ser o la persona como con su alrededor. Cuando comenzamos a reconocer esto, podemos ver que con frecuencia descuidamos los principios de la armonía. O consideremos las leyes del ritmo: una nota musical tiene que llegar en su apropiado momento rítmico, y en el arte de la personalidad, si decimos una palabra, incluso una palabra correcta con el tono correcto, pero en un momento inadecuado, el ritmo se echará a perder.
Imagina, entonces, un mundo en el cual esto se sintiera como un deber sagrado: seguir la armonía y las reglas del tono y el ritmo, no solo en nuestras acciones y palabras, sino incluso en nuestros pensamientos y sentimientos. Quizá podríamos decir que una persona así se sentiría como en casa en aquel mundo; la consideración sería la norma; respiraríamos el aire de la gentileza, y nuestros corazones se darían un baño de belleza.
Traducido por Vadan Juan Camilo Betancur Gómez