Audio 132 The Meaning of Fair Trade (Spanish version)

Todavía no está disponible una grabación de audio de esta traducción.

El significado del comercio justo  Inner Call Podcast #132

Cuando un grupo de amigos se reunió recientemente para hablar de una frase del Gayan, algunos de ellos expresaron su sorpresa, o incluso su conmoción, al ver que Hazrat Inayat Khan reducía aparentemente los asuntos espirituales al comercio.  La frase, que se encuentra en el Gayan Talas, es la siguiente: 
La vida es un comercio justo dentro del que todo se ajusta en su momento. Por todo lo que tomas de ella, tarde o temprano pagas el precio. Por algunas cosas puedes pagar por adelantado; por otras deberás pagar con la entrega; y por otras, tiempo después, cuando te sea presentada la factura. 

La forma en que está expresada es aún más sorprendente si tenemos en cuenta las frecuentes advertencias de Hazrat Inayat de que el mundo está en peligro debido al aumento del materialismo y el comercialismo, pero quizás eligió sus palabras para llamar la atención de los que tienen mentalidad comercial. 

Cuando leemos esto -y dado el carácter orientado al comercio de nuestros tiempos- podríamos estar tentados a pensar en cómo obtener un beneficio, cómo ganar alguna ventaja, recortando gastos por aquí, aumentando nuestro margen por allá, pero la frase habla de un comercio justo, es decir, ecuánime, y Hazrat Inayat no está proponiendo que nos convirtamos en tenderos, controlando cada céntimo del intercambio.  Más bien, está utilizando la metáfora de los negocios para ilustrar uno de los pensamientos Sufis, que en toda la Creación hay una ley, la ley de la reciprocidad. Todo lo que recibimos, lo devolveremos algún día, y todo lo que hemos dado volverá a nosotros de una forma u otra. 

Esta ley es la columna vertebral de toda religión. Los Cristianos la conocen como la Regla de Oro: “Haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti”, pero se ha enseñado en todos los credos y en todas las culturas desde que los estudiosos son capaces de buscar.  Un papiro egipcio del Imperio Medio, de unos 4000 años de antigüedad, ofrece una versión de esta misma sabiduría.  En la religión zoroastriana, se enseña a los creyentes a ganar riqueza para poder regalarla, ya que no te seguirá al otro mundo. 

Otros participantes en la conversación sobre la frase del Gayán reaccionaron con inquietud ante la idea de tener que “pagar el precio”, ya que desde la infancia se les ha enseñado (y a menudo con detalles vívidos y espantosos) los castigos del infierno que esperan a todos los transgresores, y ¿quién puede decir que están libres de error? Pero la frase no habla de castigos sino de consecuencias. Si agarro las espinas de un rosal, no sería realmente exacto decir que las espinas me castigaron por hacerlo. O si pongo mi dedo en una vela, la llama simplemente actúa de acuerdo a su naturaleza, y no podríamos decir que la quemadura resultante es el castigo de la llama hacia mí por entrar en su espacio. 

En cuanto a nuestra posición ante el Juez Divino, podríamos recordar que, sí, hay una ley de causa y efecto, lo que significa que lo que hacemos y decimos y pensamos siembra semillas, pero también debemos recordar que el Amor Divino está por encima de toda ley. En el Corán se nos dice que Dios es misericordioso, y que le encanta perdonar -siempre y cuando nos arrepintamos de verdad. Y en la oración Saum, decimos: Creador todopoderoso, Sustentador, Juez y quien perdona nuestras faltas…’ 

Hazrat Inayat Khan ha dicho que en la vida tenemos dos posibilidades, ser la máquina o ser el ingeniero. Ser la máquina significa funcionar, sin elección, según las circunstancias que escapan a nuestro control, y aunque la mayoría de la gente asume, con feroz orgullo, que actúa con libre albedrío, cuanto más reflexivos nos volvemos, más reconocemos que nuestra voluntad no es tan significativa.  Puede que tenga muy poco que ver con nuestro pensamiento, discurso y comportamiento. Cualquiera que intente controlar su pensamiento, aunque sea durante una hora, lo reconocerá. 

Sin embargo, si deseamos ser el ingeniero, esto significa comprender la máquina y reconocer las reglas por las que funciona. Podemos empezar por observar, y aprender a aplicar, la ley de la reciprocidad. Nos da un creciente sentido de la justicia, y lo necesitamos si esperamos llegar a ser un ingeniero y que nos confíen los interruptores y palancas de la máquina. 

 Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.