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Pide un deseo Audio #136
En muchas partes del mundo, la celebración del cumpleaños de un niño incluye un pastel decorado con velas encendidas, cuyo número corresponde a los años cumplidos. Cuando aparece este fascinante objeto de dulzura y luz, se anima al niño a pedir un deseo y soplar las velas. Si es posible, hay que apagarlas todas de un tirón, para que el deseo se haga realidad, una costumbre que conlleva la lección oculta de que nuestros esfuerzos contribuyen a hacer realidad los sueños. No basta con tener un deseo, sino que hay que poner un poco de aliento en su realización.
Es muy sabio enseñar a los niños a focalizar sus deseos, porque nuestros deseos son la base de todo lo que conseguimos en la vida. Tanto si se trata de una relación como de una carrera, de un logro mundano, de una expresión artística o de una realización espiritual, se debe comenzar con un deseo. Y una vez creado, el deseo debe ser guardado y fortalecido hasta que pueda sostenernos a través de todas las dificultades que aparezcan en el camino. Es por eso que, cuando Hazrat Inayat Khan da una imagen poética en el Vadan Alankaras de su partida en el viaje hacia la tierra del amor, habla primero de estar montado en el caballo de la esperanza, la poderosa energía que lo llevará hacia la meta.
Y, aunque, como adultos sensatos que lo saben todo sobre los deseos, podamos reírnos de la idea, es importante sentarse en el caballo en el sentido correcto: debemos mirar hacia dónde va el caballo, y no hacia dónde viene. En otras palabras, debemos centrarnos en lo que deseamos alcanzar, y no en lo que deseamos dejar atrás. Todos hemos escuchado declaraciones como: “¡Espero no tener que volver a hacer eso nunca!” o “¡Espero que Dios me ayude a salir de esa situación!”. Aunque los sentimientos pueden ser comprensibles, enmarcar nuestra esperanza de esa manera es como sentarse en el caballo mirando en la dirección equivocada.
Si miramos hacia atrás, nunca escaparemos, pues nuestra visión se llenará de lo que no queremos. La impresión indeseable permanecerá por muy lejos que nos lleve el caballo, y desde luego es difícil guiar a nuestro corcel si no miramos hacia dónde vamos. Es mucho mejor mirar hacia adelante, porque eso nos ayudará a preparar el futuro, y cada paso adelante nos dará nuevas fuerzas.
Pide un deseo, y luego ve allí, y no mires atrás.
Traducido por Inam Anda
Murshid querido, que bellísima explicación, muchas gracias.
Es el mejor regalo que nos dan desde niños, y que fácilmente olvidamos, ¿quizás nos falta ‘gratitud’ para valorar lo que nos dan?