El Cumplimiento de Deseos
Con el cambio de las estaciones, nos acercamos a otro hito en la vida del Mensaje Sufí. El año pasado, a pesar de las dificultades de la pandemia, celebramos cien años desde que Hazrat Inayat Khan recibió la inspiración del Culto Universal. En la primavera de 1921, proclamó que este servicio era el deseo de todos los Maestros, Santos y Profetas, que por fin había llegado el momento en que sus seguidores pudieran adorar juntos. Este año, en septiembre [2022], también veremos el centenario de la designación del lugar en los Países Bajos conocido como Murad Hassil: el “cumplimiento de los deseos”.
Vale la pena recordar que cuando terminó la Primera Guerra Mundial y el Maestro pudo visitar nuevamente el continente, su trabajo comenzó a acelerarse. Los años de la guerra habían sido oscuros y difíciles para él y su familia, con muy pocos recursos incluso para poner comida en la mesa y oposición frecuente de varias direcciones. Al regresar a Europa, recibió un número creciente de invitaciones para hablar, más seguidores y más apoyo. En 1922, se llevó a cabo la primera Escuela de Verano en Fazal Manzil, la nueva casa familiar en Suresnes, en las afueras de París. Es comprensible que dos mureeds holandeses, Sirdar y Saida van Tuyll, desearan traer algo de esta energía espiritual más cerca de casa e invitaron a Hazrat Inayat a realizar una escuela de verano holandesa en Katwijk-an-zee.
Por lo tanto, durante las dos primeras semanas de septiembre de 1922, Hazrat Inayat Khan se reunió con un grupo de estudiantes en su villa junto al Mar del Norte. Por las tardes disertaba sobre temas de la Vida Interior. Estas sesiones de meditación fueron precedidas por una media hora de silencio y, excepcionalmente, no se permitieron preguntas. Está claro que quería que estas enseñanzas penetraran profundamente en el espíritu de los alumnos. Para equilibrar esta oferta esotérica, por las tardes también impartía conferencias sobre el problema del día, consideraciones prácticas sobre las formas en que la espiritualidad podía aliviar las dificultades presentes de la vida en el mundo.
Fue durante esta escuela de verano holandesa que un día salió a caminar con algunos estudiantes. Siguieron por el bulevar hasta el final del pueblo y luego se adentraron en las dunas. En cierto momento, el Murshid pidió a sus amigos que esperaran, y luego se fue solo a un pequeño valle, donde permaneció fuera de la vista por un tiempo. Cuando regresó, con el pelo y la túnica ondeando al viento, parecía transformado por alguna experiencia interior. Por la noche, durante la cena, les preguntó si podían volver a encontrar el lugar donde se había sentado, diciendo que sería conocido como ‘Murad Hassil’, que significa aproximadamente ‘deseo cumplido’.
Desde entonces varias generaciones de estudiantes han sido fieles a esta inspiración; con admirable tesón y dedicación se ha construido un templo, y muchos peregrinos han venido en busca de respuesta a sus plegarias.
Un deseo o anhelo puede tener dos orientaciones diferentes. Podemos sentir la necesidad de algo material, lo que podríamos llamar un deseo horizontal; o nuestro deseo puede ser algo superior, una aspiración que podríamos considerar como un deseo vertical. Los deseos horizontales son naturales, uno puede desear una taza de agua o un trozo de pan, por ejemplo, pero como nuestros pasos en la fase de la tierra, sólo mueven el horizonte; no eliminan los límites de nuestra mirada ni la necesidad de desear. Tarde o temprano se necesitará más agua y más pan, por lo que los deseos horizontales nunca se acaban.
Un deseo vertical, por otro lado, es aquel que, cuando se cumple, pone fin al deseo. Estos anhelos profundos pueden incluso parecer más allá del poder de la expresión, hasta que quizás un día miremos hacia atrás y descubramos que se han cumplido. Cuando pensamos en ‘murad hassil’, podríamos recordar este verso sobre un deseo cumplido de Vadan Ragas:
Busqué y busqué, para encontrar alguien a quien pudiera darle mi confianza;
pero no encontré a nadie,
hasta que te vi por fin en mi corazón,
sosteniendo en Tu mano el registro del secreto de mi vida.
Recordando la bondad y generosidad de Pir-o-Murshid Inayat Khan, y su firme devoción por elevar a la humanidad a una mejor condición, también podemos encontrar el camino hacia el cumplimiento de nuestros deseos, especialmente los deseos que se extienden hacia arriba.
Traducción: Yaqín Anda