Atravesando suelo pedregoso
Para aquellos que buscan la perfección, el camino puede conducir a través de un terreno difícil – suelo pedregoso, o tal vez un desierto, en el que el único signo visible de vida sea nuestra propia imagen desgastada. Lo que es peor, mientras avanzamos con esfuerzo, sudando de cansancio, somos profundamente conscientes de nuestras limitaciones. Queremos ir hacia el “Uno”, a la Corte Real, pero el trayecto siempre confronta consigo mismo de una forma u otra al viajero o la viajera, y mientras más estudiamos nuestras faltas menos logramos imaginarnos a nosotros mismos, harapientos y manchadas por el viaje, de pie ante la Presencia de Dios. ¿Qué hacer? Renunciar no es una opción – empezamos este viaje desde un estado de insatisfacción, y no hemos pasado por ningún lugar a lo largo del camino donde queramos quedarnos – pero tampoco parece posible deshacernos de nuestras limitaciones o limpiarnos del hedor de nuestro yo.
En su libro llamado “Sabiduría” [El Hikam] el sufi del siglo XIII Ibn Ata´Allah al-iskandari dice, “Nada puede apartarte de tus atributos humanos, sólo presenciar Sus atributos lo hará.” Si nos quedamos en el nivel humano, podemos hacer valientes esfuerzos por refinarnos, y por dominar la crudeza de nuestros nafs, como llaman los sufíes al ego o a la identidad personal, pero es solo la sonrisa del Amor Divino, la clara e interminable luz de la sabiduría, la que puede elevarnos hacia el infinito.
Podría parecer que estamos solos mientras viajamos, pero está claro que no puede ser así. La Divinidad es omnipresente y lo compenetra todo. Pensamos que estamos solos porque no reconocemos lo que vemos. Por eso, se nos ofrecen varios métodos para ayudar a familiarizarnos a nosotros mismos con la Perfección, como la oración, la concentración en varias cualidades divinas, y la viva quietud de la meditación. Quienes pueden reconocer el valor de sus prácticas son realmente bendecidos.
Si nos estamos sintiendo intimidados por el trayecto, por el duro camino que parece extenderse hasta el infinito, es un buen momento para parar, salir de nosotros mismos y buscar el infinito en nuestro propio corazón. A todo buscador sincero se le responderá. Eso es lo que el maestro Jesús quiso decir cuando dijo, “Golpead, y se os abrirá.” Es también lo que Hazrat Inayat Khan quiso decir cuando dijo, “Haz de Dios una realidad, y Él hará de ti la verdad.”
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel