Cáscaras de huevo descartadas
Una vez que se rompe un huevo, los pedazos de la cáscara son frágiles, y sin embargo cuando está todavía intacto la forma es fuerte. Es sorprendentemente difícil romper un huevo apretándolo de un extremo a otro, a través del eje largo, y es incluso posible que un adulto se pare sobre una bandeja de huevos enteros sin romperlos.
Hazrat Inayat Khan utiliza la imagen de las cáscaras de huevo cuando habla acerca del primer paso crucial en el viaje espiritual, el del desaprendizaje. Desde la infancia adquirimos información acerca del mundo a nuestro alrededor, recolectando conocimiento que necesitamos para vivir. Pero también acumulamos una capa gruesa de preconcepciones, opiniones heredadas, prejuicios, convenciones y dogmas que dificultan la percepción directa de la Verdad. Es por eso que, el despertar a nuestra verdadera naturaleza no puede lograrse con más aprendizaje, sino únicamente desaprendiendo; la liberación de nuestra conciencia de aquello que la encarcela.
Hazrat Inayat compara el desaprender con la lucha del polluelo dentro del huevo que quiere liberarse. Sin duda la cáscara cumple un propósito, proteger al ave infante mientras madura, pero llega un momento en el que no es más una ayuda sino un obstáculo. El pollito no se supone que permanezca confinado en la cáscara; al igual que el alma, está hecho para la libertad. Por eso, con los músculos que nunca ha ocupado debe comenzar a picotear la pared que lo rodea.
Podemos simpatizar con el pollito por nacer, puesto que desaprender todos nuestros conceptos parece una tarea desalentadora. Descubrimos que supervisar cada una de nuestros pensamientos, impulsos y actitudes es abrumador. Pero los pollitos sí llegan a romper el cascarón, todos los días, y los seres humanos también logran liberarse de su estrechez.
Aquello que nos lleva más lejos en el proceso es nuestra insatisfacción con nuestra condición presente, y una esperanza de algo mejor. En el Vadan Gamakas, Hazrat Inayat dice:
¿Cómo me elevé por sobre la estrechez?
Los bordes de mis propios muros
comenzaron a herir mis codos.
Volvernos conscientes de nuestros muros es como la primera grieta en el huevo. Entonces el camino comienza a abrirse, y tarde o temprano luchamos para liberamos de la cáscara, dejándola olvidada detrás de nosotros. Ese no es el final, por supuesto – es solamente el principio de una nueva y mucho más libre fase de la vida, pero una para la que fuimos destinados desde antes de nacer.
Traducido por Darafshan Daniela Anda