Vislumbres: Hazrat Inayat en Southampton
El 19 de abril de 1919, el “Southern Daily Echo” (diario) de Southampton publicó el siguiente artículo, dando un vistazo de la sensación de expectativa que llenaba un salón cuando Hazrat Inayat Khan estaba a punto de dar un discurso allí.
El Mensajero
Una asamblea, sentada en silencio, esperando en una sala larga y ostentosa, algunos con los brazos cruzados y rostros mirando hacia abajo; algunos mirando fijamente delante de ellos, con ojos expectantes; otros, en los que la curiosidad, aguardando también, se mantenía en suspenso como refrenada por un poder que vivía, incorpóreo, en la fragancia del incienso que se movía alrededor y por encima, pero invisible.
Era un momento en el que uno se atrevía a respirar, pero siempre suavemente, temeroso de molestar a alguna presencia desconocida.
Las cinerarias de amatista se apoyaban pensativamente en la cerámica cocida de color azul colocada aquí y allá en pequeñas mesas alrededor de la habitación.
Esperado en silencio, aquel a quien todos deseaban ver llego sin ruido, en una túnica de oro pálido; en su pecho brillaba reposadamente un corazón alado enjoyado.
Su rostro era una fuente de paz; la tranquilidad brotó de él como un resplandor que sólo el alma siente. Todos los pensamientos hermosos parecían volver a casa para descansar en él.
Vino con un mensaje de Amor, Armonía y Belleza. De hecho, él mismo fue su propio Mensaje: tipificó todo lo que vino a enseñar.
Por un momento permaneció absorto en su concentración, buscando el contacto con el Infinito. Y luego la quietud quedó maravillosamente encantada con la exquisita cadencia de un canto bajo y místico.
De repente, cesó su canto de oración y abrió sus grandes ojos brillantes sobre la reunión, derramando una bendición de felicidad íntima.
Lentamente levantó una mano acariciadora. “Amados de Dios”, dijo.
Traducción: Yaqin Anda
Murshid Nawab, que hermoso Mensajero!
A través del tiempo sigue su atmósfera y la llama ardiendo en nuestros corazones.
Gracias por entregarnos tan valiosas enseñanzas
Ésta lectura ha llenado mi corazón de de alegría regocija te.
Gracias.