Vislumbres: mira hacia el horizonte.
Durante la vida de Hazrat Inayat Khan los viajes largos, como los que hizo de la India a los Estados Unidos, cruzando el Atlántico de ida y vuelta en varias ocasiones, y su último regreso a la India, implicaron inevitablemente viajes por mar. Esto podría durar semanas, y el mareo era un “compañero de viaje” frecuente. A este respecto, Hazrat Inayat contó la siguiente anécdota.
Una vez, cuando navegaba en un bote, un marinero me dio un consejo interesante. Le pregunté si conocía algún remedio contra el mareo y dijo: “No. Han intentado durante mucho tiempo encontrar algo, pero nada es bueno. Debes fijar tus ojos en el horizonte; eso evitará que te marees”.
El consejo me benefició enormemente, y fue un estímulo para mi imaginación, que demostró que cuanto más amplia es la visión, menos problemas hay en la vida. Si fijamos nuestros ojos en el horizonte, hasta donde podamos ver, entonces estaremos a salvo de las pequeñas cosas que hacen nuestra vida infeliz.
Dios es el horizonte, en la medida en que nuestra vista se extienda e incluso más lejos; porque no podemos ni tocar el horizonte, ni podemos tocar a Dios.
Traducido por Juan Amin Betancur V.