Vislumbres: Nueva York 1925
A mediados de la década de 1920, Hazrat Inayat Khan viajaba casi continuamente por el bien del mensaje. El siguiente extracto breve de su Diario da una muestra de los desafíos que enfrentó en una visita a Nueva York en 1925. Menciona a la Sra. Annie Besant, que era entonces Presidente de la Sociedad Teosófica en la India, y quién algunos años antes anunció la venida del “Maestro del Mundo”.
Mi plan de ir a los Estados Unidos permaneció indefinido hasta que oí de Dhr. van Stolk que se estaban haciendo arreglos para una gira de conferencias que empezaba en Nueva York. Llegué a Nueva York el 6 de diciembre y no tuve ninguna dificultad con las autoridades portuarias como antes*, gracias a nuestros amigos, el señor Cosgrave y el señor Chase Crowley. Me alegré de conocer al señor Shaughnessy [un mureed] a mi llegada. Yo era un invitado de Mr. Crowley en el Waldorf Astoria Hotel. Durante la primera semana hubo una oleada de periodistas que me visitaron y después de haber dado todos los puntos que tocaban mi filosofía y mi trabajo, incluso de haber ganado la simpatía de algunos de los representantes de la prensa, descubrí que en los periódicos se decía de manera bastante diferente y, a menudo, todo lo contrario de lo que había dicho. En lugar de un caballo era un asno, y en lugar de un hombre era un mono. En mi primera conferencia en el Auditorio del Waldorf Astoria, hubo una gran multitud. Algunos de ellos venían por el anuncio, algunos de ellos de los informes que daban los periódicos, algunos llegaron para ver algunos fenómenos realizados en la plataforma, otros por curiosidad; y algunos tuvieron la paciencia de quedarse cinco minutos después de entrar en el salón. Sin embargo, fue un éxito. Me hizo preguntarme qué es lo que el mundo quiere: verdad o falsedad. Las almas inconscientemente buscan la verdad, pero están encantadas con la falsedad.
La causa de que la serie siguiente de conferencias no fueran bien concurridas, a mi pensar fué que esas conferencias se dieron demasiado tarde después de la conferencia de prensa. También la publicidad no se continuó en la misma medida en que se comenzó. Algunos de mis amigos pensaron que mi voz no alcanzaba. [Es decir, no era audible -ed.]. No les importaba que mi inspiración desapareciera por los gritos, mientras mi voz llegara a las masas. Otros pensaron que yo no hablaba lo suficientemente rápido para la mente americana. Me reí en mi mente pensando: ¿cómo esperaban que el peso de la inspiración Divina llegara rápidamente a los corazones del mundo mortal? Sin embargo, es la experiencia de muchos que Nueva York es un campo duro para trabajar. Sin embargo, muchos conocidos se hicieron, mucho se ha logrado, varios mureeds se unieron al grupo Sufi allí.
La Sociedad Teosófica me pidió que hablara sobre la venida del Maestro del Mundo, y sobre la proclamación de la Sra. Besant al respecto. Pero pensé que tal conferencia debía ser dada por alguien más competente en ese tema, y así la rechacé. Me invitaron a una cena de un Club Oculto, donde escuché a todo el mundo hablando libremente sobre sus experiencias ocultas. Me sentí tímido de hablar ante sus miembros, cada uno de ellos parecía tener su opinión específica sobre el tema. Me parecía un Movimiento democrático hacia la investigación de la verdad, o de la falsedad.
* En su visita a los Estados Unidos en 1923, Hazrat Inayat tuvo que reportar lo siguiente: Desafortunadamente me detuvieron, ya que la cuota de indios estaba completa para ese mes, y tuve que visitar la Isla Ellis [la principal estación de inmigración en la Bahía superior de New York.] Y me alegré de haber tenido esa experiencia, de ver hasta qué punto el materialismo ha afectado a las naciones. Parece tan contrario a la actitud de los antiguos de dar la bienvenida a un extranjero como un hermano y de tratarlo amablemente en todos los sentidos, para que no se sienta que está en una tierra extraña.
Como nada me decepciona, esta recepción me afectó poco. No me tendrían más de unas pocas horas. Debía comparecer ante un tribunal, me hicieron muchas preguntas en relación a mi y mi trabajo. Y yo, cuya nación eran todas las naciones, cuyo lugar de nacimiento era el mundo, cuya religión eran todas las religiones, cuya ocupación era la búsqueda de la verdad, y cuya obra era el servicio de Dios y la humanidad, mis respuestas les interesaron, aún cuando no respondían a los requisitos de la ley. Al final, mi mureed la señora Marya Cushing, que estaba organizando mi visita a Nueva York, vino a mi rescate y contestó todas sus preguntas a su máxima satisfacción. Al final parecían muy impresionados y avergonzados, e inmediatamente me eximieron de la ley de expulsión geográfica.
– de Biografía de Pir-o-Murshid Inayat Khan, pt. III, Diario
Traducido al español por Arifa Margarita Jáuregui