Vislumbres: La voz del Murshid
Durante la Escuela de Verano de 1926, en el curso de una conversación con murids sobre temas prácticos y esotéricos, surgió la pregunta a propósito de algunas personas que aparentemente escuchaban físicamente la voz de Hazrat Inayat Khan en la distancia. La respuesta del Pir-o-Murshid arroja luces sobre la naturaleza de la conexión del corazón y el respeto esencial entre los discípulos y el Murshid.
Bueno, este caso me sucede con mucha frecuencia y a veces es un fenómeno molesto. Una vez una persona vino directo a mi casa, diciéndome, “escuché su voz, que me llamaba y entonces vine”, yo me sorprendí mucho. Y estuve en una situación terrible – si le digo a esta persona que ella no ha escuchado mi voz, eso la conduciría a perder absolutamente la fe en mi y en ella misma.
Otra vez, estaba en otro país, y esta persona (la misma) vino y me sorprendió, y dije ¿cómo pudiste llegar aquí? Murshid yo escuché su voz y solo respondí. Simplemente me sorprendí. Dije, que extraño. Me asusté.
Una tercera vez estaba en un país y esta persona apareció de nuevo en el horizonte. Simplemente quedé hechizado de sorpresa y de asombro. Le pregunte a esa persona ¿cómo puede ser que vengas aquí? Dijo, Murshid, escuché su llamado. Le pregunté ¿recibiste un telegrama? Por favor no vengas nunca más a menos que hayas recibido un telegrama.
Ahora, en cuanto a escuchar la voz […] el gran signo de la conexión con el Murshid es sentir su agrado y su desagrado. Esa es la mejor prueba de la conexión, ser capaces de ver la vida desde su punto de vista, entender el significado de sus maneras y palabras, eso es la conexión.
Estamos agradecidos con la vida en esta época en la que los telegramas cuestan mucho menos, y existe el correo aéreo y hay correspondencia expresa, hay teléfonos, no hay necesidad de comunicarse así. Tal vez piensen de la historia de mi biografía, que yo solía acudir a la presencia de mi Murshid cuando él pensaba en mí, pero jamás existió el deseo de parte de mi Murshid de llamarme con el pensamiento. No me llamaba. Solo era el efecto, la influencia de su deseo de verme, su fantasía, su complacencia reflejada en mi sin importar donde estaba, sin importar la distancia. Me sentía atraído y acudía. Pero cuando iba no le decía, ¿Murshid, me llamó? ¿envió por mí? Nunca. Los sirvientes de la casa, o el hijo tal vez, estando afuera podían decir, Murshid lo estaba recordando esta mañana. Y yo lo había sentido. Esta es la conexión – ser psíquicos y a la vez normales.
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel
Esto es demasiado revelador, hermoso. Iremos a la Dargah en febrero 2024, escuchando su llamado.