Vislumbres: Dos Niños
Esta anecdota fue contada por Kismet Stam, una de las secretarias de Hazrat Inayat Khan (y quien viajó con él a la India y estuvo presente en su deceso),y parece estar basada en el recuento de los hechos por el propio Hazrat Inayat.
Murshid contó una vez una historia sobre sus hijos: durante un retiro de verano un día el Murshid encontró a Bhaijan (su hijo mayor, Vilayat) en una actitud muy pensativa en el jardín del Fazal Manzil. El Murshid le preguntó que estaba planeando, y la respuesta fue: “Quiero dar una charla”. “En la mesa del comedor”, le sugirió el Murshid. “No”, fue la respuesta, “En el salón, ante todos los mureeds.” “Arreglalo tu”, le dijo el Murshid sonriendo.
Un momento después una mureed pasó por donde Bhaijan se encontraba. Ella se sintió inclinada a preguntarle que estaba pensando tan profundamente. “Sobre una charla que quiero dar ante los mureeds”, dijo. Entonces ella dispuso todo para él, y en la casa de la esquina varios mureeds se reunieron a escuchar. Primero mantuvo un prolongado silencio y a continuación habló sobre el tema de “amor y paciencia”. Tenía entonces nueve años. Habló con gran entusiasmo; y usó como ejemplo de lo que tenia que decir el caso de la obra “El Ogro” que habia sido presentada justamente algunos días antes, “Miren al amante”, dijo; “Alli él toma veneno y se mata, mientras que si hubiera tenido la paciencia para seguir a quien amaba, cuán diferente la vida se habría tornado para él”. Y asi continuó.
Luego de unos dias Bhaiyajan (el hijo menor del Murshid, Hidayat) tambien expresó su deseo de dar una charla. Había visto a su hermano mayor alcanzar tanto éxito y tal vez justamente habia captado el sentido de la palabra “Inspiración”. Asi que él tambien queria tener esa experiencia.
Se dispuso todo para él. Muchos mureeds vinieron y se sentaron en filas alrededor de la silla del orador. Él solemnemente tomó su lugar frente a ellos, seriamente demandó, “Silencio” y cerró los ojos. Luego de unos cinco minutos, aquí y alla un curioso mureeed se aventuró a dar un cauteloso vistazo para ver si algo habia sucedido. Pero nada ocurrió, Bhaiyajan estaba alli, con sus ojos bien cerrados. Cuando hubo pasado un tiempo considerable algún incisivo mureed preguntó, “¿Bhaiyajan?” Bhaiyajan abrio lentamente los ojos. “Tu charla, Bhaiyajan”, dijo el mureed.
La respuesta fue, “Aun no ha llegado”.
Tomado de Rayos
Kismet Dorothea Stam
Traducción al Español: Hafiz Juan Manuel Angel