Invitado del Día: La Mística Virgen de las Escaleras

Nirtan Ekaterina Pasnak

Durante las festividades de Navidad Nawab y yo tuvimos la bendecida oportunidad de admirar en Florencia, abundante arte inspirado en la divinidad. Un hilo conductor particular que seguimos fue el de las obras de Miguel Angel Buonarroti (1474 – 1564) el gran escultor y pintor que vivió y trabajó en Florencia durante una importante parte de su vida, y donde aún se preserva su casa.

A diferencia de muchos artistas del período del AltoRenacimiento, que estaban empezando a inclinarse hacia ideales más racionales y seculares, el trabajo de Miguel Angel usó el poder y la belleza del cuerpo humano, inspirado en los mejores ejemplos del arte clásico, para representar la lucha del espíritu humano en búsqueda de la luz Divina. Sus obras pueden ser admiradas en muchos museos e iglesias en Florencia, pero un museo que con frecuencia se pasa por alto es su propia casa, que permaneció en manos de la familia Buonarroti hasta la mitad del siglo XIX. Allí, una obra que capturó particularmente nuestra atención fue un bajorrelieve en un cálido mármol amarillo de la Virgen y el Niño, elaborado cuando Miguel Angel tenía apenas dieciséis años.

La presentación de la Virgen sentada de lado sosteniendo al santo Niño de espaldas al observador, se aleja bastante de lo convencional. Un ejemplo de la representación más usual de la Virgen y el Niño en esa época puede verse en el así llamado “Panciatichi Madonna” de 1460, por Desiderio de Settignano. Aquí, la Virgen está sentada en un trono, sosteniendo a su amado Hijo con mucha ternura y mirándolo con adoración, mientras que el Salvador mira directamente al observador. El relieve de mármol transmite sentimientos de amor maternal, y las líneas fluidas de los cobertores y el delineamiento externo de las figuras muestran gracia y belleza. Entonces, el adorador que dirige sus oraciones a esta Virgen, será transportado en la corriente del amor de ella hacia Cristo, quien le trae la salvación.

En la Virgen de las Escaleras, ni la Madre ni el Niño parecen prestar atención al adorador. Ella está sentada en pose de matrona romana, dando seno a su hijo, contemplando hacia el espacio medio algo ensimismada, este ensimismamiento enfatizado por sus pies cruzados, no está mirando al precioso bebe ni hacia el observador. ¿Entonces cómo debemos leer esta imagen y hacia dónde sería direccionada la oración del devoto?

El centro real de la composición es el brazo del bebé suavemente doblado detrás de su espalda, y descansando sobre el brazo de su madre. Su pequeña mano ahuecada es el receptáculo de energía desde donde el poderoso espiral de la composición parece desenrollarse; gira alrededor de su cuerpo, luego alrededor del pecho de ella, alrededor de sus manos, rodilla y espalda y por medio de su mirada, proyecta esta energía en la escalera. Sus pies cruzados descansan en la base de la escalera que conduce hacia arriba, donde alegres querubines extienden un lienzo o un velo al fondo.

Mirando esta composición en un sentido místico, se podría interpretar esta imagen diciendo que aquí la Virgen es la proveedora de nuestro alimento espiritual; ella recibe nuestras oraciones y las dirige hacia arriba; ella no es el destino final de nuestras suplicas, pero es el umbral de la puerta, un umbral que literalmente tenemos que sobrepasar para poder ascender. Cuando subimos la escalera a regiones más elevadas, hay aun otros seres y velos que requieren ser removidos para llegar aún más lejos, donde quizás el rostro del amado Hijo de Dios pueda finalmente ser contemplado.

Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel