Hazrat Inayat : Aspectos del Sufismo pt VI
En la publicación anterior, Hazrat Inaytat Khan comienza una descripción de los Maestros que han venido de tiempo en tiempo para guiar a la humanidad, subrayando que, aunque puedan parecer separados en la forma, son uno en la esencia de su Mensaje.
Si bien los Maestros no eran los mismos en su ropaje mortal, sin embargo, en espíritu eran uno; si no fuera así, ¿cómo podría ser una y la misma verdad revelada por todos ellos? Los Maestros de la humanidad han sido los hermanos mayores que guiaron a los más jóvenes con amor fraternal, y gracias a su amor al Padre. Es humano compadecerse del prójimo que se está esforzando por algo y no puede conseguirlo, y ayudarlo a alcanzar el ideal por el que lucha.
Esto está muy bien ilustrado por el mito de Ramachandra. Se dice en el Purana que una vez Sita, la consorte de Ramachandra, estaba bajo la tutela de Vashita Rishi con sus hijos. El hijo menor, Lahu, fue un día a ver el pueblo vecino. Vio a Kalanki, un caballo bellísimo, corriendo por la ciudad sin jinete. Cuando preguntó de quién era el caballo, la gente le dijo que lo habían soltado para que quien fuera capaz de atraparlo se convirtiera en el rey de aquel reino. El joven se sintió tentado y corrió tras el caballo para atraparlo. Siguió corriendo durante mucho tiempo, y no encontró más que decepciones. Cada vez que se acercaba al caballo, pensando que lo atraparía, se le escapaba de las manos. Cuando llegó al punto de la decepción total, vio a su hermano que venía en su busca, enviado por su madre, y le dijo que no volvería hasta que hubiera atrapado al caballo. El hermano le dijo: “Esa no es la manera de atrapar a un caballo; de esta forma tal vez correrás eternamente y no podrás atraparlo. Por eso, en vez de correr tras el caballo, corre a su encuentro’. Esto hizo que el hermano menor lo consiguiera en un instante. Entonces ambos hermanos fueron llevados a presencia de Ramachandra, su padre, quien los abrazó a ambos, reconociendo la guía de uno y el logro del otro.
Todos los Maestros que vinieron antes enseñaron para cualquier comunidad o grupo de personas donde nacieron, y profetizaron la venida del siguiente Maestro, anticipando la posibilidad y la necesidad de la continuación del Mensaje hasta su cumplimiento.
Que los Mensajeros vinieran sucesivamente no significaba que fueran a dar mensajes diferentes, sino que debían corregir la corrupción hecha en el Mensaje del pasado por los seguidores de ese Mensaje. También para revivir principios a fin de adecuarlos a la evolución de la época, y para recordar a la mente humana la misma verdad que había sido enseñada por los Maestros anteriores pero que se había perdido de la memoria. No era su mensaje personal, sino el mensaje divino. Estaban obligados a corregir los errores cometidos por la mala interpretación de las religiones, renovando así la misma verdad dada por los Maestros anteriores que en el curso del tiempo había sido cambiada de su carácter real. Por ignorancia, el hombre se ha peleado sobre los nombres y las formas de los Maestros, las tradiciones, los principios y sus grupos limitados, olvidando que son uno en aquello que los une.
Sus mensajes difieren unos de otros en su apariencia exterior, cada mensaje fue dado de acuerdo con la época de la evolución del hombre, y también con el fin de añadir una parte particular en el curso de la sabiduría divina. Ciertas leyes y principios fueron prescritos por ellos para adaptarse a la región donde el mensaje fue dado, el clima, el período, las costumbres, los modales y las necesidades.
Continuará…
Traducido por Inam Anda