Hazrat Inayat: Despertar pt VIII
Aquí, Hazrat Inayat Khan da una clara explicación de un tema muy sutil: cómo podemos comprender el alma. La publicación anterior de esta serie puede ser encontrada aquí.
Día y noche no son estados del sol; son estados en sí mismos. El sol no sale ni se oculta – es nuestra percepción; es más conveniente hablar de la salida del sol y de la puesta del sol. Si algo sale y se pone, es la tierra, no el sol. Cuando la tierra le da la espalda al sol, es de noche; cuando la tierra está de frente al sol, es de día.
Es lo mismo con el despertar del alma. El alma está siempre despierta. Pero ¿a qué está despierta? Alguien puede estar mirando con ojos abiertos, pero ¿qué está mirando? ¿Está mirando hacia arriba, hacia abajo, o hacia los costados? Una persona solo es consciente de la dirección en la que está mirando.
Hablar del despertar del alma, por lo tanto, es en aras de la conveniencia. ¿Qué parte de nosotros es esa que puede llamarse “alma”? Como no es nuestro cuerpo, entonces ¿qué es? Es algo que está más allá del cuerpo y más allá de la mente. Es consciente, y al mismo tiempo su consciencia no es como la entendemos, porque la palabra “consciencia” expresa que uno es consciente de algo. Aunque no todos saben lo que significa consciencia, todos saben de qué son conscientes. Por ejemplo, un espejo en el que algo se refleja no es solo un espejo, sino un espejo con un reflejo, lo que significa que está ocupado, no está vacío. Cuando una persona habla de consciencia, no puede pensar en la condición original; solo puede pensar en la consciencia que es consciente de algo. Tan pronto como distinguimos entre la consciencia y de lo que es consciente, los separamos, así como separamos el espejo de lo que es reflejado en él.
Cuando nos hayamos dado cuenta de esto, llegaremos a la conclusión de que el alma del sabio y del tonto, del pecador y del virtuoso, es una y la misma. La maldad del malo y la bondad del bueno, la ignorancia del necio y la sabiduría del sabio, son parte del alma: el alma es consciente de ello. Cuando otra persona es consciente de eso, puede pensar que aquí hay un alma sabia o ignorante. Pero el alma es la misma; no es el alma la que es ignorante o sabia, malvada o virtuosa, sino lo que se refleja en ella. Al mismo tiempo, deberíamos saber que, si un elefante se mira en un espejo, el espejo no es el elefante, pero podemos ver un elefante en el espejo. Pero si una persona no sabe lo que es un espejo, dirá que allí hay un elefante, aunque es solo su reflejo; no es nada más que un espejo cuando está libre de este reflejo. El momento en que se retire el reflejo, el espejo volverá a ser solo un espejo.
Así es con el alma. El hombre la hace miserable, malvada, ignorante, sabia o iluminada al ser consciente de estas cosas. El alma no es ni lo uno ni lo otro. El alma es solo el alma. Esta idea errónea genera grandes dificultades.
Si el alma es consciente ¿qué es entonces? La mejor explicación que se puede dar es que es la esencia de todas las cosas; es vida, pero no vida en el sentido que la entendemos; eso es solo una insinuación de vida. El alma es la verdadera vida. Decimos de alguien que se mueve, ve, escucha y actúa, que es un ser viviente, pero lo que está vivo en él es el alma. El alma no se puede ver, por tanto, la vida no se puede ver. La vida ha tocado a una persona, y por eso al mirar el efecto de ese toque, decimos, “está vivo, esto es vida”. Pero lo que vemos es solo una insinuación de vida que aparece y desaparece. La Vida es viva y nunca muere.
Continuará…
Traducido por Inam Anda