Hazrat Inayat: Creencia e incredulidad pt II
Aquí Hazrat Inayat Khan continúa su exploración de creencia e incredulidad. La primera parte de esta conferencia fue publicada hace unos días.
Cuando la tendencia de imaginar a Dios se eleva aún más, el ser humano encuentra mayores manifestaciones de Dios, no en los animales o en la naturaleza, sino en el ser humano. Y como todas las cosas en este mundo de la variedad tienen grados superiores e inferiores, de la misma forma lo Divino se ve más en una etapa particular de la evolución del ser humano. Sin duda éste es orgulloso y tiene el espíritu de rivalidad y de celos. Nunca se rinde a su semejante, por muy espiritual que pueda ser y por mucho que su semejante exprese lo Divino.
El ser humano siempre ha luchado por lo que él llama la igualdad del ser humano. Todas las teclas del piano producen sonido, pero si todas fueran iguales ¿dónde estaría la música? Algunos sonidos son más altos y otros más bajos, y todos juntos hacen la música. Hay un dicho en el idioma hindú, que el diamante no necesita decir su precio: su naturaleza, su luz lo demuestra. Aquellos que vinieron con el Espíritu Divino dieron luz, el Mensaje de Arriba, y su obra demostró lo que trajeron.
El ser humano siempre ha mostrado su tendencia infantil. El ser humano no es sólo un niño cuando es joven, sino que a menudo el ser humano es un niño toda su vida. En cada período de la historia del mundo la gente ha peleado, algunos por un Maestro o escritura y otros por otro. Es como la gente de un país que lucha contra gente de otro país, diciendo: “Tu país no puede producir diamantes”. O “En tu costa no hay perlas, pero en nuestra costa hay muchas”. El ser humano se aferra a la forma exterior o escritura y enseñanza, y ha perdido el espíritu, cuya luz permea toda la tierra. La gente ha renunciado a su religión, pero aún existen iglesias y existen escrituras. ¿Qué se ha perdido? Es la Luz que ilumina y da al ser humano su creencia.
La duda actúa como una cubierta sobre todas las cosas, correctas e incorrectas. La duda de hoy es una cubierta sobre multitudes, sobre naciones, sobre razas y comunidades. ¿Puedes recordar un caso en la historia en que una raza desconfiaba no de otra nación, sino de toda una raza? La amistad entre seres humanos y razas y naciones y religiones es toda por interés propio. El tema central de toda la vida es el egoísmo, no esa confianza y creencia que Cristo nos enseñó. Religión sin confianza es religión sin fundamento, ¡pero una religión basada en la confianza es una verdadera creencia!
La creencia se puede explicar en cuatro grados diferentes: una creencia es la que viene por la fuerza de la colectividad: “Si mi vecino tiene la misma creencia, entonces es la verdadera y debo creerla también”. No es diferente de ovejas y cabras, que cuando una de ellas camina, todas las demás van con ella. Si el líder va hacia el este, todos se dirigen al este, porque la creencia de uno fortalece a los demás. Por supuesto que no se puede evitar, es la naturaleza del ser humano, pero si la colectividad está mal dirigida, debe resultar en un desastre. Para esa creencia hay dos formas abiertas, la manera correcta y la manera incorrecta. Una cosa debe entenderse: la creencia es el camino y no el objetivo. Quien se queda parado en el camino está en pérdida, pero el que transita el camino alcanzará la meta. La creencia que no eleva al ser humano, sino que lo mantiene en el mismo lugar, es una creencia muerta, y quien se aferra a la creencia es un creyente muerto. Pero la creencia que abre un camino para el ser humano es la creencia que conduce a la meta.
El segundo tipo de creencia no depende de la colectividad, sino de la razón del ser humano. Razona y fortalece su creencia por la fuerza de su razón. Esta creencia con razón puede convertirse en un cimiento seguro, pero al mismo tiempo la razón es un peligro para la creencia, y la razón puede destruir la creencia. Quien hace que su creencia guíe y la siga la razón, encuentra su camino iluminado, pero quien hace que su razón guíe y su creencia la siga, encuentra que su creencia no tiene existencia. La creencia es celestial y la razón es terrenal; la creencia la hemos traído con nosotros, pero la razón la hemos aprendido aquí.
El tercer tipo de creencia es la convicción. En esta etapa se cree no sólo a partir del razonamiento sino a través de ejemplos, no sólo por teorías sino por la experiencia adquirida por la práctica. Uno cree lo que su alma aprende, lo que su propia alma le dice a uno. Está más allá del poder de la generalidad llegar a la creencia. En este tipo de creencia, por ejemplo, dos personas pueden decir: “Somos un espíritu”, porque aunque no tengan las mismas alegrías y tristezas, saben que son una en espíritu. Para dar otro ejemplo, también se puede creer que la fuente y el objetivo son los mismos.
Si es suficiente para nuestra vida el creer lo que otros creen, si estamos contentos con eso, entonces eso es suficiente para nuestro propósito. Pero si existe el deseo en nuestra alma de llegar a tal creencia donde la duda no existe, donde todo se ve claramente como la luz del día, entonces debemos buscar un modo de avanzar en nuestra creencia. Por lo tanto, lo que el sufismo enseña y en lo que el sufi se esfuerza es en llegar desde el estado de la creencia de la colectividad a ese estado donde todo es como la luz del día y todo está claro. Todos buscamos la luz, en forma terrenal o en forma celestial; la diferencia es cuál luz buscamos. Esto demuestra que todo corazón anhela la luz. La riqueza, el poder y la posición no bastarán para su propósito y al final el ser humano debe alcanzar la luz del alma si quiere lograr su propósito. En este momento parece haber un período de gran degeneración que ha arruinado al mundo, y el deseo de luz está en cada corazón.
El ser humano está tanteando en la oscuridad para encontrar algo que satisfaga su necesidad en este momento. Algunos van tras milagros, clarividencia, espiritismo. En cualquier forma que se busque a Dios uno llegará al final. La diferencia es sólo entre la trayectoria recta o la trayectoria con curvas, que es mucho más larga. La idea del sufismo es traer a la humanidad, naciones y religiones – ahora tan desgarradas -, en armonía y unidad despertando el pensamiento de unidad en las almas. Es un Mensaje no sólo para una comunidad o raza, sino para toda la humanidad: no es un llamado a unirse a una iglesia o religión en particular, sino un llamado a unirse en la hermandad humana. El Movimiento Sufi no considera útil que todos se conviertan en miembros, aunque da la bienvenida a todos los que se sienten atraídos por él. Su principal objetivo es despertar el espíritu de hermandad en el ser humano. Junto con este objetivo existe una escuela de enseñanza esotérica, y para aquellos que se interesan en el culto interior, para ellos es una fuente de bendición.
Traducido por Juan Amin Betancur