Hazrat Inayat: La construcción del carácter pt III
Hazrat Inayat Khan plantea aquí el interesante concepto de “economía espiritual”, y se refiere a la indiferencia y la independencia, cualidades que muchos lectores reconocerán como las dos “alas” del corazón alado.
En la vida cotidiana es muy necesario tener control sobre la palabra y la acción, ya que uno puede dar paso automáticamente a una palabra provocada por un impulso interior; después uno se da cuenta de que no debería haber dicho eso, o quizás debería haberlo dicho de otra manera. Lo mismo ocurre con la acción. Después de haber hecho algo, uno siente que no debería haberlo hecho, o piensa que debería haberlo hecho de otra manera, pero una vez hecho es demasiado tarde para hacerlo de otra manera. En la naturaleza humana hay un impulso interno a expresarse; y ese impulso le empuja a uno a decir una palabra, por así decirlo, antes de que la haya pensado realmente; y todo esto demuestra falta de control sobre uno mismo.
También es un signo de nerviosismo. Muy a menudo una persona intenta responder a alguien que aún no ha terminado de hablar; antes de que se complete la frase se da la respuesta. Esta respuesta dada a una idea incompleta suele ser errónea. Lo que suele ocurrir en estos casos es que uno se toma demasiado a pecho todo lo que viene de fuera en la vida, y permite que estas cosas e influencias externas penetren en uno más profundamente de lo que debieran. De esta manera uno se vuelve sensible, y de esto surge el nerviosismo.
Para practicar el autocontrol en todo lo que uno hace en la vida diaria, lo mejor es desarrollar en la propia naturaleza una cierta dosis de indiferencia. Cada palabra que le digan a uno no tiene que ser tomada como algo tan importante que altere todo su ser, perturbe su equilibrio y le robe su fuerza de voluntad. Hay cosas que importan; pero hay muchas cosas en la vida cotidiana que no importan mucho, y a menudo uno es propenso a poner una tensión indebida en ellas.
La independencia se consigue con la indiferencia. No significa que uno no deba prestar atención a lo que hace o dice alguien; sólo significa que uno debe discriminar entre las cosas importantes y las no importantes de la vida cotidiana; que cada cosa necesaria e innecesaria no debe exigir tanto de la atención, el pensamiento y el sentimiento de uno. La economía política se ha convertido en una asignatura de educación, pero la economía espiritual es lo principal en la religión. Todo lo que uno dice y hace y todo lo que uno piensa y siente pone una cierta tensión en el propio espíritu. Es prudente evitar todo riesgo de perder el equilibrio. Hay que mantenerse en paz, pero con firmeza ante todas las influencias que perturban la propia vida. La inclinación natural es responder en defensa a toda ofensa que venga de fuera, pero así se pierde el equilibrio. El autocontrol, por tanto, es la clave de todo éxito y felicidad.
Además, hay muchos que se sienten urgidos y obligados a decir o hacer algo porque se lo piden, y así se debilitan cada vez más. Hay otros que luchan rudamente contra ello; y de este modo ambos están en el error. Aquel que es capaz de mantener su equilibrio sin que le molesten, adquiere ese dominio que es necesario en la evolución de la vida. Ningún principio debe seguirse ciegamente. La economía espiritual no es siempre una virtud si perturba la armonía, si de alguna manera impide el progreso o si lo coloca en una condición peor. Sin embargo, es muy necesario conocer la ciencia de la economía espiritual – cómo protegerse de todas las influencias en nuestra vida cotidiana que vienen a perturbar nuestra tranquilidad y la paz de nuestra alma.
Continuará…
Traducido por Inam Anda
Hoy sábado era el día de leerlo. Su aplicación requiere de sentidos cambios. Su esencia pristina implica “ejercitar” su aplicación para que sea estilo de vida transformadora. Gracias