Hazrat Inayat: Cristo
El ideal de Cristo no puede explicarse con palabras. La inteligencia omnipresente que está en la roca, en el árbol, en el animal, en el hombre, muestra su gradual manifestación. Es un hecho aceptado por la ciencia y la metafísica. Esta inteligencia muestra su culminación en el desarrollo completo de la personalidad humana y en la personalidad como la de Jesucristo, que fue reconocida por sus seguidores. Los seguidores de Buda reconocieron la misma manifestación del objeto de la creación en Gautama Buda, y los hindús vieron lo mismo en Sri Krishna. En Moisés, sus seguidores reconocieron eso, y manifestaron su creencia por miles de años. Y la misma culminación de la inteligencia que todo lo compenetra fue reconocida en Mahoma por sus seguidores.
Ningún hombre tiene el derecho de reclamar este estado de desarrollo, ni ninguno puede comparar muy bien dos personas reconocidas por sus seguidores como el espíritu perfecto de Dios. Para una persona irreflexiva es fácil expresar una opinión y comparar a dos personas, pero una persona reflexiva primero piensa si ha llegado al estado donde puede comparar estas dos personalidades. Sin duda es diferente en relación al asunto de creencia. Ni la creencia de los musulmanes es la misma que la de los judíos, ni la creencia cristiana puede ser la misma que la de los budistas. Sin embargo, el sabio entiende todas las creencias, pues él es uno con todas ellas.
Y a la pregunta de si una persona estaba destinada a ser una personalidad completa puede responderse que no hay ninguna persona que no esté destinada a ser algo. Cada persona tiene su vida destinada de antemano, y la luz del propósito para el cual nació y que debe llevar a cabo en su vida, ya se ha encendido en su alma. Por lo tanto, cualquiera que sea el grado de evolución de una persona, está ciertamente destinada a serlo. La discusión de las vidas que los diferentes profetas han vivido y de la superioridad de uno sobre otro, parece ser un intento muy primitivo por parte del hombre. Sin conocer la condición de aquel tiempo particular en que vivió el profeta, ni la psicología de las personas en aquel momento en que el profeta existió, quien está dispuesto a juzgar por las ideas estándar que hoy conoce, no le hace justicia a esa personalidad. Y cuando una persona compara una enseñanza particular de un profeta con la enseñanza de otro profeta, también comete un gran error, porque las enseñanzas de los profetas no siempre han sido del mismo tipo. La enseñanza es como la composición de un compositor que escribe música en todas las diferentes claves, y que pone la nota más alta y la nota más baja y todas las notas de diferentes octavas en su música.
Las enseñanzas de los profetas no son otra cosa que la respuesta a las demandas del individuo y de la colectividad de almas. A veces llega un alma de niño y pregunta, y se le da una respuesta apropiada a su entendimiento. Y viene un alma vieja y pregunta, y se le da una respuesta adecuada a su evolución. Cuando dos enseñanzas se juntan, una enseñanza que Krishna dio a un niño y una enseñanza que Buda dio a un alma vieja, no se hace justicia al compararlas. Es fácil decir: “No me gusta la música de Wagner, simplemente la odio”. Pero creo que sería mejor convertirse primero en Wagner, y luego odiar si se quiere. Para pesar, para medir, para examinar, para pronunciar una opinión sobre una gran personalidad, uno primero debe elevarse a ese desarrollo; de lo contrario, lo mejor es una actitud respetuosa. El respeto en cualquier forma es el camino del sabio.
Entonces hay personas sencillas que oyen acerca de milagros, que dan toda la importancia a lo que han leído, tal vez en las tradiciones, sobre los milagros realizados por las grandes almas, pero de esa manera limitan la grandeza de Dios a cierto milagro. Si Dios es eterno, entonces Su milagro es eterno, siempre está allí. No hay tal cosa como antinatural ni tal cosa como imposible. Las cosas parecen antinaturales porque son inusuales, parecen imposibles porque están más allá de la limitada razón del hombre. La vida misma es un fenómeno, un milagro. Mientras más uno conoce sobre esto, mientras vive consciente de la maravilla de la vida, más se da cuenta de que si hay un fenómeno o un milagro, es el derecho de nacimiento del hombre. ¿Quién lo ha hecho? Es el hombre quien puede hacerlo y quien lo hará. Pero lo esencial no es un milagro, lo más esencial es la comprensión de la vida.
El alma que comprendió antes de afirmar ser Alfa y Omega, es Cristo. Saber intelectualmente que la vida es eterna o que toda la vida es una no es suficiente, aunque es el primer paso hacia la perfección. La verdadera realización de esto proviene de la personalidad del alma consciente de Dios como una fragancia en su pensamiento, palabra y acción, y obra en el mundo como el incienso puesto en el fuego.
Hay muchas creencias, como la de la salvación por Cristo, y el hombre que se agita contra la religión, cierra las puertas de su corazón antes de tener la paciencia de entender lo que realmente significa. Sólo significa que no hay liberación sin un ideal ante uno. El ideal es un escalón hacia el logro que es llamado liberación.
Hay otros que no pueden concebir el pensamiento de la divinidad de Cristo. La verdad es que el alma de un hombre es divina, y cuando, con el despliegue del alma, esa divinidad alcanza el punto de culminación, entonces merece ser llamada divina.
Y hay una gran diferencia en las creencias de las personas que tienen diversas opiniones acerca del nacimiento inmaculado de Jesús; y la verdad es, cuando el alma alcanza el punto de comprender la verdad de la vida en su aspecto colectivo, se da cuenta que hay un solo Padre, que es Dios y este mundo del cual todos los nombres y formas han sido creados es la Madre; y el Hijo, que es digno por reconocer a la Madre y al Padre y por cumplir el propósito de la creación, es el hijo de Dios.
Y entonces en relación a la pregunta del perdón de los pecados: ¿no es el hombre el creador del pecado? Si él lo crea, puede también destruirlo. Si uno no puede destruirlo, su hermano mayor sí. Aquel que es capaz de hacer, es capaz de destruir. Aquel que puede escribir con su lápiz, puede borrarlo frotando su borrador sobre la superficie del papel. Y cuando no puede hacerlo, entonces su personalidad no ha llegado a la plenitud, a esa perfección a la que todos tenemos que llegar. Las faltas en la vida del hombre no tienen fin si todas ellas fueran grabadas y no se hubiesen borrado, la vida sería terrible, imposible vivirla. La impresión del pecado en terminología metafísica puede ser llamada una enfermedad, una enfermedad mental, no física. Y así como el médico es capaz de curar la enfermedad, así el médico del alma es capaz de sanar. Si las personas han dicho que a través de Cristo los pecados son perdonados, esto puede entenderse de esta manera: el amor es la lluvia por la cual todo se purifica; no queda ninguna mancha. ¿Qué es Dios? Dios es amor. Cuando Su misericordia, Su compasión, Su bondad se expresan a través de una personalidad realizada por Dios, entonces las manchas de las propias faltas, errores y malas acciones son lavadas y el alma se vuelve tan clara como siempre ha sido – porque en realidad ningún pecado o virtud pueden ser grabados o impresos en el alma; simplemente pueden cubrirla.
El alma misma es Inteligencia Divina y ¿cómo puede la Inteligencia Divina ser grabada sea por el pecado o la virtud o la felicidad o la desdicha? Por el momento llega a estar cubierta con la impresión de felicidad o desdicha, y cuando estas nubes se despejan, entonces el alma es divina en su esencia.
Y la pregunta de la crucifixión de Cristo, aparte de su aspecto histórico, puede ser explicada así; la vida del sabio está en la cruz todo el tiempo. Cuanto más sabia es el alma, más se dará cuenta de la cruz, porque es la falta de sabiduría la que causa que el alma haga todas las acciones, buenas o malas. Mientras va haciéndose sabia, lo primero es que se suspende su acción. Y el cuadro de esa suspensión de acción se convierte en un cuadro de impotencia, las manos y los pies clavados. Ni puede seguir adelante, ni puede retroceder, ni puede actuar, ni puede moverse. Y esta inactividad exterior puede mostrar impotencia, pero en realidad es el cuadro de la perfección.
Hay dos preguntas que vienen a la mente. ¿Cuál es entonces el significado de sacramento que se dice es el símbolo de la carne y la sangre de Cristo? Enseña que aquellos que dan importancia a la carne y la sangre de Maestro están equivocados, que el verdadero ser del Maestro es el pan y el vino. Si él tuvo alguna carne y sangre, estas eran el pan y el vino. Y ¿qué es el pan y el vino? El pan es aquello que es el sustento del alma, y el sustento del alma es el conocimiento de Dios. Es por este conocimiento que el alma vive la vida eterna. Y la sangre de Cristo es el elemento del amor, el principio del amor, la embriaguez en la que está la felicidad, y si hay alguna virtud, toda ella viene de ese principio.
Y hay otra pregunta, ¿por qué Cristo dio su vida para salvar el mundo? Esto sólo explica el sacrificio: ningún hombre en este mundo que va hacia un objetivo escapará de la prueba que la vida le pondrá, y esa prueba es sacrificio. A cada paso hacia el objetivo final, hasta el logro, se le pedirá un sacrificio, que será mayor y mayor mientras continúa en el camino. Llegará a un punto donde no haya nada, ya sea su cuerpo o mente o acción o pensamiento o sentimiento, que retenga para sacrificarse por otros. Y es eso por lo que el hombre prueba la realización de la verdad divina. En resumen, el ideal de Cristo es el cuadro del hombre perfecto, y la posibilidad del hombre perfecto puede verse en el verso de la Biblia: ‘Sed perfectos como vuestro Padre en el Cielo’.
Traducido por Inam Rodrigo Anda
Vivir consciente de la maravilla de la Vida!! Oh Dios cuánto gozo, realización, plenitud, e inmensa gratitud que puede devenir con este Divino presenciar…. Amado Dios Todopoderoso, a través de los rayos del sol, a través de las ondas del aire, a través de la vida, que todo lo impregna en el espacio, me purifícas, me revivificas, sanas mi cuerpo, mi corazón y mi alma. Amén