Hazrat Inayat: Confesiones pt XV – Mi viaje por Occidente
Con esta publicación, Hazrat Inayat Khan concluye esta parte de sus Confesiones relativas a sus viajes por Occidente. La publicación anterior de la serie se encuentra aquí.
Fue al oír la voz de las sufragistas cuando sentí que surgía una nueva religión del sexo, que traería la libertad a las mujeres en todas las fases de la vida. La mujer me parecía preparada para la ciencia, el arte, la religión y la filosofía, mientras que su sufrimiento en la vida también la acercaba a los campos más amplios del intelecto. Vi una falta de armonía entre hombres y mujeres, esa armonía de la que depende la verdadera felicidad de las naciones. El secreto de este triste estado, desconocido para ambos sexos, reside en la falta de cultivo del pensamiento y en el deseo de obtener ganancias mundanas sacrificando todo lo demás, mientras que ambos sexos deben encontrarse en el mismo plano de evolución antes de que pueda alcanzarse la fase ideal.
Aparecí varias veces en público, y finalmente ante la realeza, y preparé así el terreno para sembrar la semilla del sufismo en Inglaterra. Se estableció una Sociedad Editorial Sufí, un órgano muy necesario para la propagación y el mantenimiento de la Orden, fundada con el loable objeto de publicar obras sobre misticismo antiguo y moderno, filosofía, religión, arte, ciencia, literatura y música.
Mi viaje a París fue más por la música que por la filosofía. Gracias a los amables esfuerzos de amigos como Debussy, el famoso compositor, pude llevar a cabo mi misión a través de mi arte con gran éxito. Mi larga estancia en Occidente, así como mi estrecha amistad con varios eruditos de la música, habían entrenado mi oído para la música occidental, y aprecié especialmente la de Francia, tan llena de amor y emoción. Hablé en el Congreso Musical, en el Museo Guimet y en la Universidad. La tendencia sensible e idealista de los franceses ayuda a desarrollar las cualidades del corazón, que están en sintonía con la devoción. Su formación católica también influye en ellos hacia el aspecto devocional del culto.
Mi visita a Rusia tocó otra fibra sensible de mi naturaleza, pues me recordó de nuevo el Oriente. Encontré un pueblo abierto tanto al progreso moderno como al pensamiento antiguo. Conocí a los principales músicos, poetas y literatos, que se mostraron entregados a su trabajo, agradecidos, amables y hospitalarios, todo lo cual promete mucho para su progreso nacional. Su cultivo de la voz y su vivo interés por todos los aspectos del arte me complacieron especialmente. Esta preocupación mostrada por muchos rusos prominentes me causó una impresión duradera. También encontré allí ese tipo oriental de discipulado que es natural en la nación donde la religión y la abnegación siguen existiendo, aunque el fanatismo de la Iglesia Ortodoxa se interpone en el camino del más alto despertar espiritual.
Antes de que pudiera llevar mi mensaje de paz al resto de Europa, esta angustiosa guerra convulsionó al mundo.
Continuará…
Traducido por Inam Anda