Hazrat Inayat: Creador, Sustentador, Juez y Perdonador

O Tu, la perfección del amor, armonía y belleza,
Creador Todo Poderoso, Sustentador, Juez y Quien perdona nuestras faltas.
-Saum-

¿Por qué Dios es llamado el Creador? Porque la creación en sí misma es evidencia de un trabajo sabio. Ninguna creación mecánica podría resultar tan perfecta como la naturaleza. Todas las máquinas de los científicos están construidas sobre el modelo de los mecanismos de la naturaleza, y los artistas, reciben toda inspiración de la naturaleza. La naturaleza es tan perfecta en si misma que realmente no requiere ninguna mejora científica o artística, excepto que, para satisfacer los limitados caprichos humanos, el hombre desarrolla la ciencia y el arte; y aun así se trata de la creación de Dios expresada en el arte y la ciencia a través del hombre, ya que Dios no está ausente en el hombre, sino que de alguna manera es más capaz de terminar Su creación que requiere Su finalización a través de éste. No es necesaria mejor evidencia para el buscador sincero de Dios Creador. Con solo concentrar la mente en la naturaleza, con seguridad más tarde o más temprano lograremos comprender la perfecta sabiduría que ella esconde. El alma que viene a la tierra no es otra cosa que un rayo divino. Las impresiones que recibe en su camino hasta llegar a la tierra también provienen de Dios, porque ningún movimiento es posible sin el mandato de Dios. Y por tanto en toda la creación, en cada aspecto, al final de toda búsqueda y examen, solo Dios prueba ser el único creador.

La palabra “Sustentador” está ligada a Su Nombre. Jesucristo dijo, “Considerad los lirios del campo, no trabajan ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su Gloria se vistió como uno de éstos”.* Y Rumi explica esto más detalladamente en el Masnavi: “Ni siquiera la araña es descuidada por Dios y se le provee su alimento”. Si el más pequeño germen o gusano, siendo tan insignificante, hubiera dependido del hombre para su sustento, quien no siempre puede proveerse a sí mismo, ¿cómo hubiera podido la creación seguir adelante? Parece que a las criaturas que no se preocupan por su sustento, les llega a la boca su alimento. La lucha del hombre por su sustento, al parecer, es mayor que la de todos los seres vivos de la creación inferior.

¿Pero por qué sucede esto? No es Dios, es el mismo hombre el que lo hace, el hombre que es egoísta e injusto con su hermano, absorto en sus propios intereses en la vida. A pesar de todas las hambrunas, el mundo todavía tiene suficientes reservas; pero imaginemos la cantidad de alimento que se ha hundido en el mar. ¡Cuántos años ha sido descuidada la tierra, en la que se prepara el alimento del hombre, por hombres ocupados en matarse unos a otros! ¿Si el resultado de esto causa hambre y mayores luchas, hay que culpar a Dios? Es el hombre quien merece ser culpado. Sa´di explica muy sutilmente la naturaleza humana en relación con la Providencia – es su más bella expresión: “El Creador siempre está ocupado preparando mi sustento, pero mi ansiedad por el sustento es mi enfermedad natural”. La vida es un fenómeno tal que, si solo nos sumergiéramos más profundamente en ella, encontraríamos que no existen preguntas sin respuesta. Jamás ocurre que necesitemos algo y no nos sea suministrado. La diferencia está solo entre lo que pensamos que necesitamos y lo que realmente necesitamos. Porque lo que recibimos es siempre mayor que nuestra necesidad. Y entonces la Providencia siempre es un prodigio. A veces la miramos con risas, otras veces con lágrimas. Pero es algo real y vivo; y probara ser más real si la miramos al ascender a la cima de nuestra razón.

Muchos profetas hablan de Dios como Juez. Y los hombres de razón y lógica han tratado de atribuir la justicia a la ley. Pero la justicia no es la ley, la justicia está por encima de la ley. Muy a menudo para nuestra limitada visión, las cosas del mundo parecen injustas, y frecuentemente parece que existiera una ley del hombre: Lo que desea, lo hace, si tiene el poder de hacerlo. Pero detrás de esta ilusión aparente existe con seguridad una justicia estricta y una ley real. Tan pronto como el corazón empieza a latir se manifiesta la ley. No puede uno menos que maravillarse con la vida y la naturaleza, para ver lo grande que es la justicia de Dios, que es: da con la mano derecha y toma con la izquierda, – todo lo que des y todo lo que tomes. Y ningún alma tiene que esperar por días o semanas o años, o que la muerte llegue para que se manifieste la ley. Cada día es el Día del Juicio y cada hora es una hora de justicia. ¡Un criminal escapará de los barrotes de la prisión, pero no podrá dejar de estar bajo el cielo! Existe el Juez dentro y fuera. Cuando sus ojos están cerrados está siendo juzgado dentro, cuando están abiertos está siendo juzgado fuera. Siempre estamos en una corte de justicia. Si no nos damos cuenta de ello, es porque estamos intoxicados por la vida y nos volvemos como borrachos en la corte, que no ven al juez ni a la justicia.

Pero lo que puede maravillarnos más en la vida es saber que, pese a Su gran justicia, Dios es el Perdonador. Perdona aún más de lo que juzga. Porque la justicia viene de Su Inteligencia, mientras que el perdón viene de Su Divino Amor. Cuando Su Divino Amor asciende como una ola, remueve en un momento los pecados de toda una vida. Porque la ley no tiene poder para permanecer en pie ante el amor; la corriente del amor la arrasa. Cuando la mujer que era acusada por todos por su crimen fue llevada ante Cristo, ¿que surgió del corazón del Maestro? ¿La Ley? No, fue el amor en forma de misericordia y compasión. El solo pensamiento en el amor de Dios, llena al corazón de alegría y lo aligera de su carga. Y como los religiosos han dicho siempre, si una vez en su vida una persona ha pedido perdón de corazón, pese a los pecados de su vida entera, con seguridad será perdonada.

*Ndt: Lucas 12:27

Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel