Hazrat Inayat Khan: Oriente y Occidente parte II
En esta entrega, Hazrat Inayat Khan concluye su breve comparación de Oriente y Occidente, centrándose ahora en las dificultades que encontró para despertar a las personas a la verdadera espiritualidad.
La rápida evolución de la vida material parece haber llevado a Occidente a tal punto que su religión parece perdida en su intolerancia y mente estrecha. Al mismo tiempo, al ser unilateral su progreso, ha aumentado el número de incrédulos. Además de unos pocos creyentes, existen muchos que están interesados en el misticismo, pero que solo son impulsados por una curiosidad innoble mientras permanecen absolutamente independies de la fe o creencia, de Dios o apóstol. Estos están constantemente ahondando y sumergiéndose en el misticismo y los secretos de los fenómenos, que desean usar en lugar de acudir a medios más materialistas para lograr sus fines y aspiraciones mundanas.
También he encontrado algunos entusiastas religiosos que elogian el cristianismo como una fe puramente occidental, olvidando que Cristo mismo era de Oriente, y que Oriente lo ha comprendido y adorado mucho más de lo que generalmente se sabe, aunque la Iglesia cristiana puede no estar establecida en todas partes, y el Oriente puede adorar en otras casas del Señor.
Parece haber un anhelo creciente por los estudios esotéricos en Europa, representados por diferentes sociedades e instituciones llamadas místicas y espirituales para la curación mental, pero encontré que la mayoría de ellos tienen una base puramente comercial. Sin embargo, no los culparía, ya que la tendencia comercial de la época seguramente no permitiría ni siquiera a Cristo predicar como lo hizo antes. Además, este nuevo despertar ha producido un buen resultado, que no debe pasarse por alto. Ha despertado el interés de la gente en algo más elevado que el mundo de la carne, y se abre una puerta en Occidente para permitir que los vientos orientales de la sabiduría divina lleven su espíritu hacia un fin ideal.
Pero aunque esta ola de pensamiento ha creado un anhelo por los senderos dorados del misticismo, de alguna manera se ha degenerado, debido a su abuso en dos direcciones: el deseo de alcanzar los requisitos de la vida diaria a través del misticismo, y la colocación de las aspiraciones más altas en un nivel más bajo.
Entre los que están interesados en el misticismo, hay algunos que tienen a la vista diversos objetivos de ganancia y, por lo tanto, en el lugar del verdadero objetivo del misticismo, dirigen todas sus energías a experimentar con los fenómenos. Algunos desean poderes psíquicos, otros desean alcanzar los planetas, algunos anhelan gloriosas reencarnaciones a cambio de sus actos virtuosos. Algunos dependen de los espíritus para guiarlos, y otros no se elevan por encima de su ego no desarrollado. Otros incursionan en el misticismo por curiosidad, algunos como pasatiempo, otros como profesión, y otros disfrutan de la notoriedad que les aporta su asociación con lo invisible. He conocido a algunos que nunca supieron lo que buscaban y, sin embargo, se mostraron desmesuradamente entusiasmados.
Con la excepción de unos pocos elegidos de Dios, que fueron inspirados por la luz y la gloria de la verdad, encontré gran dificultad para desviar el interés de la gente del mundo objetivo al subjetivo; en otras palabras, de la ilusión a la estabilidad y del egoísmo a la autonegación. Era como conducir un barco contra la marea. Lo mismo ocurre incluso en Oriente; de lo contrario, todo oriental sería un santo. Sin embargo, el entorno y la formación de Oriente seguramente les ayudarán a allanar el camino hacia la vida ideal.
Traducción por Yaqín Anda