Hazrat Inayat: enfrentar distintas reacciones a nuestro trabajo
Si nuestro camino no es suave, entonces, ¿de quién es el camino suave?
No puedes esperar que todas las personas del mundo tengan la misma opinión. Siempre encontrarás algunas que aprecian, algunas solidarias, algunas ignorantes, algunas opuestas. Puede ser que te indignes por los comentarios de alguien opuesto a la Causa y al Murshid. Alguien que no conozca al Murshid y al Mensaje tendrá este punto de vista. Y alguien que sea solidario puede mostrar, quizás, más simpatía que la que tú tienes, y eso también será una sorpresa. O puede ser que muestre mucho menos simpatía, y eso te pueda hacer sentir extraño. Y entonces puedes conocer a alguien que es devoto, pero cuyas concepciones quizás no son como las tuyas. Que eleve al Murshid demasiado alto para tu criterio, o quizás que mantenga al Murshid demasiado por debajo del concepto que tienes del Murshid, e incluso en este caso será desagradable.
Por tanto, lo mejor que puedes hacer en tales diferentes situaciones es estar de acuerdo con aquél que tiene el mínimo sentimiento de amistad y simpatía. Si muestra un concepto más elevado de aquél que tienes por el Murshid y por la Causa, debes saber que es su asunto. No estás obligado a tener ese concepto; y si toma un concepto menor del que tú tienes, solo sentirás que ‘algún día él podrá tener el mismo concepto que tengo’. A quien se opone al Mensaje, intentarás hacérselo ver bajo la luz correcta, con paciencia, con perseverancia. Tolerarás todas sus opiniones; tu tolerancia ayudará más a la Causa que tu rebeldía en su contra. Y si la persona no conoce la Causa ni al Murshid, eso hace aún más fácil acogerla lentamente, con paciencia, esperando que un día llegue al mismo concepto. Pero gradualmente, no de inmediato. A veces dar un golpe repentino saca a la persona de su equilibrio. Sacude todo su sistema nervioso antes de devolverlo a su condición normal. Por tanto, nunca le des un sacudón. Nada puede dar mayor sacudón que una opinión expresada repentinamente, buena o mala. No te importe si otra persona te da un sacudón, estarás preparado para él. Pero jamás debes propinarle una sacudida a alguien, pues has de saber que al tener una sacudida, él jamás se recuperará de ella, y nunca podrás devolverlo a una condición normal de la mente. Lo mejor por tanto es un desarrollo gradual. Espera con paciencia, con esperanza; tolera y aguanta cada opinión que llega ante ti. Enfréntala, eso te dará fortaleza, y le dará valor a la otra persona para que alcance la altura de tu opinión.
Pregunta: Murshid, ¿quieres decir que no deberíamos decirle a una persona cuán devotos somos esta Causa? Respuesta: Sí, quédate en el mismo nivel en el que la otra persona está. Significa que nunca te pongas en un pedestal más alto cuando la otra persona está parada en un nivel inferior. Quédate primero con ella, muy cercano a su opinión. Por ejemplo, supón que alguien dice, “¿Qué es? ¿No es todo una tontería?” Si dices, “¿Qué dices? Cómo te atreves a decir tal cosa, ¿tienes algún sentido? ¿Es que no sientes? Eres muy ignorante, eres tonto, eres estúpido, eres un cabeza dura”. Bueno, entonces está roto. Pero si dices, “Quizás existe otro punto de vista desde donde lo podamos mirar. Hay muchas cosas que parecen ser tontas, pero detrás de ellas hay algo de valor; es según como miremos las cosas”. De inmediato te acercas a esta persona, y sin embargo no te comprometes, no dices con ella ‘esto es tonto’, pero al mismo tiempo dices que hay otras cosas tontas también que son mejores de lo que parecen; de esta forma estás en el mismo nivel, de esta forma puedes elevar a una persona. Pero tan pronto como dices, ‘eres tonto’, esto frena todo. Ahora, te he dado el peor caso, pero no me sorprendería que enfrentaras esto en tu vida.
P.: Con frecuencia, cuando hablamos con la gente, tienen muchas preguntas, siempre más preguntas. Son muy difíciles de lidiar. No entenderán, pero siguen con el deseo de entender.
R.: Debes ir con ellos muy despacio. Ahora te contaré un ejemplo; tengo muchos ejemplos pero te daré un ejemplo. Vino a verme un abogado que escuchó acerca de mí de parte de un adversario, y tantas malas ideas como le puedan haber dado le fueron dadas acerca de la Causa, y entonces este abogado era un materialista, jamás había creído en Dios o en el alma o en el más allá, y siempre pensó que cualquier cosa que tuviera la más mínima apariencia de religión o de santidad no era nada más que una patraña. Y un amigo, un discípulo, lo trajo para que me viera, pensando que quizás el Murshid contestaría todos sus argumentos, si hubiera alguien que los contestara. Y cuando este hombre llegó toda su atmósfera lanzaba cuchillos antes de que hablara. Sus ojos, a través de su mirada; podías ver que venían lanzas hacia mí. Luego me hizo preguntas. Y cada pregunta que me hizo la saqué de raíz con el suave toque de un afilado cuchillo en tres palabras. No le hice ni una sola pregunta. ¿Y cómo terminó esto? Después de sus cincuenta preguntas comenzó a sonreír, y después de veinticinco preguntas más comenzó a sentirse cómodo, y después de cien preguntas, ¿creerías que apretó mi mano y dijo, “Me siento solidario con tu Causa”? Y así se fue.
¿Crees que dije cuán bella es nuestra Causa? ¿Cuán maravilloso es nuestro trabajo, cuán correctos somos y cuán equivocados están todos ustedes, cuán fuertes somos con nuestros argumentos, dogmas y principios? ¿Cuán maravillosos son nuestros cánones, cuán verdaderos? Nada de esto.
¿Crees que contradije lo que sea que me fue preguntado? Nunca. Entonces, ¿qué fue lo que erradicó su preconcepción? Tan solo un razonamiento suave, gentil. Ésa es la idea. Hay dos caminos. Está el camino del martillo para abrir una vía. Cuando hay una roca enfrente, el martillo la rompe, la rompe, la rompe; entonces abre la vía. Si la roca es demasiado fuerte entonces el brazo se rompe, el martillo se rompe y la roca sigue en pie. Está el otro camino, el del agua. Asciende, va, hace un intento, quizás después de cien intentos alcanza la roca. En vez de romper la roca, se cuela y la rodea y la ahoga finalmente. Esa es la manera suave. La manera del místico debe ser la manera suave. Si nuestro camino no es suave, entonces, ¿de quién es el camino suave?
Traducido por Juan Amin Betancur