Hazrat Inayat: De la limitación a la perfección pt VIII
Con esta publicación, concluimos la serie de conferencias sobre el viaje hacia la perfección. En la entrega anterior, Hazrat Inayat Khan comentó sobre aquellos que piden fervientemente que se les diga la verdad, y su pensamiento de que tal vez sería útil escribir la palabra “verdad” en un ladrillo y entregárselo.
Hay una gran diferencia entre los hechos y la verdad. Los hechos son una sombra de la verdad. El hecho es inteligible, pero la verdad está más allá de la comprensión, porque la verdad es ilimitada. La verdad se conoce a sí misma, y nada más puede explicarla. La poca explicación que puede darse reside en la idea de expansión. Hay un hombre que trabaja todo el día para ganarse el sustento, para darse un poco de comodidad o un poco de placer, y así sigue la vida. Y hay otro hombre que tiene una familia, que tiene que pensar en los demás, que trabaja para ellos; a veces olvida su propio placer y comodidad por la comodidad y el placer de los que dependen de él. Apenas tiene tiempo para pensar en su propia comodidad o en sí mismo. Su placer está en el placer de los que dependen de él, su comodidad está en la comodidad de ellos. Y hay otro hombre que trata de ser útil a su ciudad, de mejorar su condición, de ayudar a la educación de la gente de su ciudad. Está comprometido en este trabajo, y muy a menudo se olvida de sí mismo al esforzarse por la felicidad de aquellos por quienes está trabajando. También hay quienes viven para su nación, quienes trabajan para su nación, quienes entregan toda su vida a ella. Solo son conscientes de su nación.
La conciencia de estos últimos se expande. Se amplía. Hay muy poca diferencia en el tamaño de los cuerpos de los hombres, pero hay una gran diferencia en la expansión de la conciencia del hombre. Hay un hombre que parece tan grande como es en realidad. Hay otro que parece tan grande como su familia, otro que parece tan grande como su ciudad, otro que parece tan grande como su nación. Y hay hombres que son tan grandes como el mundo.
Hay un dicho de un poeta indostaní que dice: “Ni el mar ni la tierra pueden compararse con el corazón del hombre”. Si el corazón del hombre es grande, es más grande que el universo. Por lo tanto, si la perfección puede explicarse en algún término, si la perfección puede definirse, es en la expansión de la conciencia del hombre. El hombre que se esfuerza por alcanzar esta perfección no necesita saber o aprender lo que es egoísta o altruista. El altruismo le viene naturalmente, se vuelve altruista. En los últimos años, la humanidad ha atravesado una gran catástrofe. Todas las naciones han sufrido y la han compartido. Cada individuo, incluso cada criatura viviente de esta tierra, se ha visto afectada por ella. Cabe preguntarse qué ha faltado. ¿Faltó educación? Hay muchas escuelas y universidades. ¿Faltó la religión? Todavía hay muchas iglesias y muchas creencias diferentes en el mundo. Lo que faltaba era comprender el verdadero significado de la religión. Lo que faltaba era comprender el verdadero significado de la educación.
Aquellos que han descubierto que la perfección se alcanza mediante la realización del yo interior no la han alcanzado solo mediante lo que el hombre llama adoración externa; fue mediante la auto-abnegación en el verdadero sentido de la palabra. Es entrando en ese silencio donde uno puede olvidar las limitaciones del yo que uno puede entrar en contacto con esa parte de su ser que se llama perfección; y esto puede ser alcanzado mejor por aquellos que han comprendido el significado de la vida.
Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui