Hazrat Inayat: El Logro Superior
Es muy común que los estudiantes del camino se pregunten sobre su progreso. En este breve pasaje Hazrat Inayat Khan explica que no es posible para el individuo conocer su logro espiritual, pero que en cualquier caso nuestra manera de vivir es más significativa.
El logro superior en el sentido material de la palabra se explica fácilmente; si poseemos cien libras, podemos esperar el logro superior al tener doscientas, o podemos considerar el logro superior como un ascenso en el mundo social. En asuntos espirituales no hay nada que podamos reconocer como un logro superior. La búsqueda de un logro superior en el camino espiritual es como disparar una flecha en la niebla. Sabemos que la hemos disparado, pero no sabemos a dónde ha ido ni dónde ha impactado. Lo mismo ocurre con nuestro progreso espiritual. No podemos ver dónde estamos o cuánto hemos avanzado en el camino espiritual, porque no hay nada que mostrar. Algunas personas dicen que el logro superior en la vida espiritual significa la comunión con Dios, pero esto no satisfaría al agnóstico, porque Dios para él es un extraño, y no desearía la comunión con un extraño. Algunos recorrerían este camino si pudieran alcanzar sus deseos mundanos, la riqueza o la fama. A éstos se les puede responder: buscad las cosas terrenas en la tierra, y las celestiales en el cielo.
Hay quienes siguen este camino para obtener poderes ocultos y psíquicos, pero el logro de estos poderes no es necesariamente un logro superior. Sólo unos pocos recorren el camino para obtener un logro espiritual superior.
¿Qué es entonces un logro superior? Si miramos nuestros cinco dedos, nos damos cuenta de que toda la fuerza que hay en ellos proviene de un brazo. Si queremos llegar a un logro superior en la vida espiritual, debemos entrar en el plano de lo abstracto, porque allí encontramos todo. Debemos llegar a la comprensión de la vida única que lo atraviesa todo. Hasta cierto punto alcanzamos la realización de la unidad mediante la contemplación, la religión y la oración, pero lo más necesario es la sinceridad en nuestra forma de vida. Lo que somos es lo que realmente importa. La contemplación y la meditación ayudan en esto, pero nuestra manera de vivir es lo más importante, la sinceridad en nuestras acciones, y vivir la vida prácticamente y no en teoría.
En la India se cuenta una historia sobre la infancia de Bullah Shah, un gran santo. De pequeño fue a la escuela y le pusieron a aprender el alfabeto. Le dieron la primera letra, Alif, la figura del número uno (una línea recta), y nunca avanzó más allá de esta letra. Su maestro estaba desesperado, y también sus padres. Al final se cansaron de él y se fue a vivir a la selva. Al cabo de muchos años regresó y buscó a su antiguo maestro. Le dijo que ya había aprendido Alif, y que ¿si tenía algo más que enseñarle? Entonces hizo el signo de Alif en la pared, diciendo: “Mira, ¿está bien?”. Inmediatamente la pared se partió en dos, haciendo el signo de Alif. Al ver este fenómeno, el maestro exclamó: “Tú eres mi maestro. Yo soy tu alumno”.
De esta historia aprendemos lo que significa realmente darse cuenta de lo que es la unidad, porque siempre vemos el uno. Dos es uno y uno, y lo mismo ocurre con tres, cuatro o cinco, cientos o miles. Al final, todos los números, incluso millones y billones, no son más que múltiplos de uno. Así pues, podemos decir que el logro espiritual más elevado es la realización de la unidad.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.