Hazrat Inayat: iniciación Pt IV
Con esta publicación continuamos la serie de enseñanzas de Hazrat Inayat Khan sobre el importante tema de la iniciación. Las publicaciones anteriores sobre este tema pueden encontrarse aquí.
El significado de la palabra iniciación se encuentra en la palabra misma. Iniciación es iniciativa. En primer lugar, todo niño que nace en la tierra nace con iniciativa, pero luego, en la medida que crece, este espíritu más o menos se extingue, porque el conocimiento que acumula en la vida conjuntamente con desilusiones le traen la duda. Esta duda, creciendo más y más, con mucha frecuencia hace que el hombre pierda el poder de la iniciativa. Entonces ya no quiere dar un paso adelante antes de ver si es tierra o agua. Y con mucha frecuencia el agua parece tierra y la tierra parece agua, pues, según los místicos, la vida es una ilusión y sobre esa ilusión el hombre basa su razón. No obstante, esa razón que adquiere le ayuda en su vida en el mundo. Pero, aun así, con mucha frecuencia es esta razón la que le impide tomar lo que se denomina iniciativa.
Es con este espíritu de iniciativa que cualquiera en el mundo que haya logrado algo grande, lo ha hecho. La gente los llama dementes, o fanáticos o locos o carentes de razón al principio de sus esfuerzos, pero luego del resultado piensan que esa persona era la más sabia. Grandes profetas, los grandes constructores de las naciones, los grandes inventores, los grandes descubridores, todos son prueba de esto. Y hay una pregunta. ¿No ven ellos, como una persona razonable ve, lo que tienen delante? Si lo ven, pero con ojos diferentes: su punto de vista es diferente; no siempre coincide con el punto de vista de la persona promedio. Por eso es natural que los llamen fanáticos, porque esa persona ve quizás más que muchos a su alrededor. Si alguien se ha ayudado a si mismo a salir adelante con éxito luego de un gran fracaso, o a recuperarse de una enfermedad luego de un gran sufrimiento, esta persona solo ha podido llegar a esto por su espíritu de iniciativa.
Hay dos tipos diferentes de iniciación que las almas experimentan. Un tipo de iniciación es una iniciación natural; una especie de desarrollo natural llega a un alma, sin que ella pueda explicar ninguna causa o razón. Ningún esfuerzo ni intento fue realizado por esa alma para experimentarlo. A veces la misma iniciación llega después de una gran enfermedad, o dolor o sufrimiento. Llega como una apertura del horizonte, llega como un destello de luz y en un momento el mundo es diferente. No es que el mundo haya cambiado, es que la persona esta sintonizada con otro tono. Empieza a pensar diferente, siente diferente, ve y actúa diferente. La condición completa de la persona empieza a cambiar. En relación con esa persona, podríamos decir que empieza a vivir. Podrimos preguntarnos ¿de qué manera ocurre? ¿Ocurre como una visión, como un sueño, como un fenómeno? Puede venir en cualquiera de las formas anotadas, y aun así no podemos determinar la forma de su manifestación.
Y la otra iniciación que se conoce entre los místicos es la que se recibe de una persona que vive en la tierra. Toda escuela mística, por consiguiente, tiene su propia iniciación. En Oriente, donde las ideas místicas son consideradas y vistas como lo más sagrado, toda persona que desee recorrer un camino espiritual considera la iniciación como lo mas importante. Cuando almas como Jesucristo debieron ser bautizadas por San Juan, ningún alma en la tierra puede decir que “me he elevado por encima de la iniciación”. Alguien podría preguntarme ¿eso es posible? Y respondería que no hay nada imposible en alcanzar el fin espiritual sin iniciación. Solo puedo decir que es posible para alguien saltar al agua y tratar de nadar, con la intención de llegar al puerto de Nueva York. Pero su vida estará más segura si reserva su pasaje con una línea cuyos barcos siempre llegan. Y lo mismo, aun mas grande, es la diferencia entre dos almas, una que quiere recorrer el camino espiritual a través de tomar la iniciación, y otra que se rehúsa a hacerlo.
La iniciación que da un maestro espiritual significa la confianza que el maestro da al discípulo, y la confianza dada por el discípulo al maestro. Y el progreso del iniciado depende de que tanto de si mismo le entrega a la guía de su maestro. Uno puede dar solo un dedo y el otro incluso una parte del dedo. Otro dará su mano entera, eso hace una gran diferencia. Pues si un discípulo pregunta a su maestro “¿Qué demandas de mí?” El maestro dirá “Todo tu ser”. Y cuando el discípulo dice “Bueno, dedicare un poco de mi tiempo y mis pensamientos a tu guía. Trabajaré un poco, esa es mi manera de ser, ¿será suficiente?” el maestro dirá “Si, suficiente, cuando pienses que es suficiente”. Pero nunca es suficiente en realidad. Podríamos pensar “¿no es esto prescindir de nuestro punto de vista para seguir el punto de vista de otro?” Respondería, “No, si tienes un punto de vista nunca lo perderás. El punto de vista que pierdes no es tuyo. Y a través de mirar una cosa desde el punto de vista de otro, solo acrecientas tu propio punto de vista. Tienes dos puntos de vista, en lugar de uno”. Si ocurriera que el pensamiento del discípulo llegara a ser diferente al del maestro, al tomar el punto de vista del maestro, solo se duplica; el discípulo tiene su propio punto de vista de todas maneras. Tiene algo para tomar su decisión, pues su visión, el horizonte de su pensamiento se expande. Pero un discípulo que se cierre a si mismo y diga “mantendré mi punto de vista, o se extinguirᨠnunca se beneficiara.
Continuará…
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel