Hazrat Inayat Khan: La Libertad del Alma pt VII
En las entregas previas de esta serie, Hazrat Inayat Khan compara la animación del cuerpo por el alma con lo que sucede cuando algo inflamable, como un carbón, se enciende por una chispa; así como el carbón se enciende el cuerpo atrapa la vida. En lo que sigue, amplía esta imagen, y continúa hablando de la necesidad del mundo de despertar de su sueño.
La condición es que el cuerpo sujeta el alma y el alma sujeta el cuerpo. El alma sujeta el cuerpo para lograr su propósito, y el cuerpo sujeta el alma porque cuando el alma sale, se convertirá en nada. Por consiguiente, el cuerpo está luchando continuamente por mantener el alma, porque está hecho para el alma y vive para ella; el deseo permanente del cuerpo es que el alma debe vivir en él. Siendo esto así, es solo cuando el alma siente que ha terminado su trabajo y no debe existir más en el cuerpo que lo abandona; o talvez el cuerpo se haya vuelto tan débil que ya no pueda sujetar el alma. Es así como ocurre, y como resultado existe la muerte.
Con mucha frecuencia, hay personas que quisieran morir y no mueren. La razón es que es la mente la que desea la muerte, pero el cuerpo todavía está aferrado al alma y el alma está aun usando el cuerpo para su propósito, aunque la mente esté en contra; es por eso que la muerte no llega. A veces pensamos que el cuerpo es demasiado débil, que no puede sujetar más el alma y sin embargo la mente dice: “no he terminado; no he visto a mi amigo, o a mi marido, o a mi hija, quisiera vivir hasta que los vea”; y continúa viviendo, porque el alma, teniendo la impresión de que algo no está terminado, continúa sujetando a ese cuerpo que ya no puede sujetar el alma. Lo sujeta mientras dure ese deseo particular.
Luego de que el alma es sujetada por por el cuerpo físico, llega un momento en el que despierta. Mientras está dormida, está en una especie de sueño en el cuerpo físico. Esta es la condición del hombre promedio: una especie de sueño. El místico es aquel que está despierto. Lo gracioso es que el hombre promedio llamará al místico soñador, cuando en realidad, ¡es él mismo quien está soñando! Durante este sueño el alma no conoce nada aparte de lo que se le presenta ante sí, por ejemplo, deseos, hábitos, anhelos, experiencias, entorno, acciones, pensamientos e impresiones. Todos estos son como un sueño que el alma sueña. Una persona tal vez sueñe toda su vida; hay otra que tal vez despierte en una edad temprana en su juventud; pero hay almas, como en el caso de Jesucristo, que desde la niñez comienzan a manifestar su condición despierta. Por lo tanto, no depende de una cierta edad; incluso un niño puede estar despierto. Y puede ser que una persona viva toda su vida en un sueño y deje este mundo en el mismo sueño; sin embargo, hay un despertar inconsciente, cuando algo empieza a decir, “¡estás soñando; hay algo más que debes saber!” por lo general no lo escuchamos.
Pero tarde o temprano, puede venir ese momento en nuestras vidas en el que despertemos del sueño. Y tan pronto despertamos de ese sueño nuestro primer pensamiento es, ¿De qué se trata todo esto? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué hacemos aquí? ¿A dónde debemos ir? ¿Cuál es el propósito de nuestra vida? Y cuando este pensamiento llega, entonces la persona comienza a sentirse un poco menos interesada en las cosas de la vida diaria. No significa que sea menos capaz de realizarlas; al contrario, una persona despierta puede lograr cosas mundanas más grandes que la que duerme, y de una mejor manera. Si nuestros políticos de hoy, y nuestros grandes comerciantes y hombres adinerados, educadores y científicos, fueran personas espirituales, el mundo sería diferente; y ellos mismos no serían nada menos de lo que son; de hecho, lograrían cosas mayores.
¿Creen que, si los generales de hoy y los políticos y los hombres de estado y empresarios fueran almas despiertas, tendríamos alguna guerra? Para este tiempo, deberíamos haber superado esos días de estupidez en los que dentro de la gente se mataban unos a otros; estamos en una etapa de evolución diferente y hoy no debería haber necesidad de guerra. La humanidad es adulta, ya no está en la niñez. Pero aun después de la guerra la paz no está asegurada. No sabemos qué pasará mañana, y esto muestra que falta algo. Y lo que está faltando es reconocer el sueño; la gente piensa que está despierta, que tiene sentido común, y aun todavía están dormidos. Debemos despertar de este sueño en el que estamos; el alma debe llegar a reconocer lo que es; y así nos llegará un mejor día.
Continuará…
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel