Hazrat Inayat: Vida después de la muerte pt. II
Hazrat Inayat Khan comienza aquí a hablar de la experiencia de diferentes almas después de la muerte y lo que se encuentra detrás de su condición. La publicación anterior se encuentra aquí.
Se dice a veces que el alma es lo que queda después de la muerte del cuerpo físico y que está, entonces, en el cielo o en el infierno; pero eso no es así. El alma es algo mucho más grande. ¿Cómo puede quemarse con fuego si es en sí misma luz, Nur, la luz de Dios? Pero debido a su ilusión carga consigo todas las condiciones por las que la mente debe atravesar después de la muerte. Por lo tanto, la experiencia después de la muerte del alma que no ha alcanzado la liberación es muy triste. Si la mente no está muy apegada a la vida mundana y ha recogido el fruto de sus obras, disfruta del cielo. Si el caso es lo contrario, entonces experimenta el infierno.
La mente que está muy implicada en preocupaciones terrenales y apegos no puede permitirle al alma estar en la luz. Si lanzas un balón al aire subirá y caerá después. Sube por el aire que tiene dentro. Cae por la sustancia terrenal dentro. La tendencia del alma es ir hacia las más altas esferas, a las que pertenece. Esa es su naturaleza. La sustancia terrenal que ha recogido a su alrededor la empuja hacia la tierra. La cometa asciende, pero la cuerda en la mano de una persona la trae de nuevo a la tierra. Los apegos terrenales son la cuerda que halan al alma hacia abajo. Vemos que el humo sube, y en su asenso deja en la chimenea su substancia terrenal. Todo el resto de su sustancia terrenal se queda en el aire, y mientras no haya dejado todo atrás no puede ascender al éter. A través de este símil vemos cómo el alma no puede elevarse de las regiones inferiores mientras no haya dejado atrás todos los apegos y anhelos terrestres.
La gente tiene mucho miedo a la muerte, y en especial las personas sencillas, sensibles y afectivas y aquellos que están muy apegados a su padre y madre y hermanos y hermanas y amigos, a sus posiciones y posesiones. Pero los que son desafortunados en la vida también le tienen miedo a la muerte. Las personas prefieren estar muy enfermas antes que muertas. Preferible estar en un hospital que en la tumba con los muertos. Cuando viene al hombre el pensamiento de “un día deberé abandonar todo esto e irme a la tumba”, una gran tristeza lo invade. En algunas personas este miedo dura una parte de su vida, en otras dura toda la vida. La prueba de lo grande que es el miedo a la muerte es que la muerte ha venido a convertirse en el peor castigo, aunque no es ni de lejos tan mala como los dolores, sufrimientos y preocupaciones de la vida.
La muerte es el gran examen al cual uno va preparado, otro sin preparar; uno con confianza, otro con miedo. Por mucho que una persona pretenda ser espiritual o virtuosa en la vida, ante la muerte es puesta a prueba y toda pretensión se desvanece. En el Corán se dice, “Entonces, cuando la calamidad aplastante venga, ese día el hombre recordará aquello por lo que se esforzaba”.
Había un hombre mayor que siempre estaba llorando y lamentándose, diciendo, “Soy tan desdichado, mi vida es tan dura – ¿cada día esfuerzo y trabajo? Sería mejor estar muerto”. Todos los días se lamentaba de esa forma y llamaba a la muerte para que viniera a llevárselo. Un día, Azrael, el ángel de la muerte apareció y le dijo, “Me has llamado frecuentemente, ahora vine a llevarte conmigo”. El anciano dijo, “¡No todavía! Soy un anciano ¡por favor concédeme solo unos días más de vida!”. El ángel de la muerte dijo, “No, has pedido con mucha frecuencia morir y ahora debes ir donde Alá”. El anciano dijo, “espera un momentico. Déjame estar aquí un poquito más”. Pero el ángel de la muerte dijo, “Ni un minuto más”, y se lo llevó.
Continuará…
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel