Hazrat Inayat: Maestros de nuestro destino Pt VI
Hazrat Inayat continúa el hilo de su pensamiento considerando ahora los méritos del destino y el libre albedrío. La publicación anterior de la serie está aquí.
En el mundo existen dos opiniones opuestas: una pertenece a aquellos que son llamados fatalistas, los que creen en el destino y la otra es la opinión de aquellos que creen en el libre albedrio. Y si miramos la vida desde estos dos puntos de vista encontraremos razones a favor y en contra en cada caso. Hay muchos ejemplos en la vida en los que existen calificaciones, condiciones, inclinaciones y todas las posibilidades de progreso, pero aun al mismo tiempo hay algún obstáculo desconocido y no logramos saber qué es. Un hombre puede trabajar por años y años y no tener éxito. Hay también muchos que esperan y creen que todas las buenas cosas vendrán por si solas, pero solo esperando y creyendo, las buenas cosas no llegan; se requiere esfuerzo y persistencia, se necesita paciencia para lograr las cosas. Esto muestra que hay verdad en ambas posibilidades; pero al mismo tiempo el camino intermedio es el mejor, la manera de entender hasta dónde funciona el libre albedrio y también dónde se obstaculiza el libre albedrio.
La vida, según el punto de vista de los místicos, puede dividirse en dos aspectos. Uno es el aspecto de preparatorio y el otro es de la acción. El aspecto preparatorio es el tiempo antes de que una persona nace y el otro aspecto es el tiempo luego de su nacimiento. Una persona puede nacer en cierta condición que se convierte en el fundamento del curso de su vida – por ejemplo, entre personas adictas a la bebida, o en una familia adinerada. El crédito por lo que hace, considerando esa condición, le pertenece a ella, pero esa condición no es algo que ella haya hecho. Desde ahí tiene que desarrollarse y evolucionar a través de la vida. Y la pregunta es, cómo se provocó esta condición.
Los filósofos orientales han tenido diferentes ideas sobre este asunto. La forma en la que los sabios y los místicos lo miran es que el hombre es un rayo del espíritu, como un rayo disparado por el sol. Entonces el origen de todas las almas es uno y el mismo, tal como el origen de varios rayos está en el único sol. Pero cuando estos rayos brotan, pasan a través de tres fases diferentes: en otras palabras, penetran en tres esferas diferentes. Cuando se dispara el rayo, la primera esfera que pasa es la esfera angelical, la segunda es la esfera de los genios o jinns y la tercera es la esfera física, como se les reconoce en la metafísica oriental.
Luego, la naturaleza de cada esfera es tal que el rayo o alma, cuando penetra a través de cierta esfera, debe vestirse a sí misma con el traje de esa esfera. Tal como una persona de un país tropical, al ir a un clima frio debe adoptar los vestidos de ese clima, así el alma que por origen es inteligencia y un rayo de ese Sol que es la fuente y la meta de todos los seres, adopta un cierto traje con el que puede entrar, permanecer y pasar a través de una esfera en particular. Entonces, de acuerdo con la metafísica de oriente, el hombre es un ángel, un jinn y también es un hombre. En estas tres condiciones el alma es la misma, aunque el traje que ha tomado la haga parecer diferente. Pasando a través de la esfera angélica, el alma es ángel, pasando a través de la esfera de los genios, el alma es jinn; pasando a través de la esfera física el alma es hombre. La condición del alma en las etapas preparatorias de ángel y jinn al final lo hacen hombre.
¿Qué decir acerca de los animales, y acerca de otros muchos seres y objetos que muestran algo de vida en ellos, como los árboles, las plantas y las rocas? Todas estas son coberturas preparatorias, que hacen los vestidos, los trajes para el alma. Hay un dicho de un gran sabio de Persia que vivió quinientos años antes que Darwin y que dio sus ideas sobre biología: dijo que Dios durmió en las rocas, Dios soñó en las plantas, Dios despertó en el animal y se realizó a Sí mismo en el hombre. Dice que este proceso del vegetal al animal, del animal al hombre, es en realidad la evolución del traje. Por ejemplo, los primeros trajes fueron hechos de la corteza de un árbol.
Luego cuando se siguieron haciendo vestidos se encontraron mejores materiales y finalmente llegaron a los más finos. El hombre es el material más fino: su traje no su alma. Su alma es la misma que la del hombre de hace mil años. El material ha cambiado y ha progresado con la evolución del alma que se ha adornado a sí misma con éste. De esta manera la vanidad de las creaturas se ha hecho manifiesta. Y así como la materia de nuestros cuerpos cambia cada ciertos año, atraemos una materia de calidad más y más fina al crecer espiritualmente. El avance espiritual tiene una influencia en el cuerpo.
Continuará…
Traducción al español: Hafiz Juan Manuel Angel