Hazrat Inayat : Mastery pt I (Spanish version)

Hazrat Inayat : Maestría pt I 

Al comenzar su enseñanza sobre la maestría, Hazrat Inayat Khan contrasta el camino del científico y el del místico. Aunque para el común de la gente pueden parecer muy diferentes, sin embargo, persiguen una comprensión similar. La verdadera diferencia está en su método. 

La diferencia entre un científico y un místico es que el primero analiza las cosas que le interesan, estudiándolas con diferentes métodos para averiguar toda la información posible sobre ellas, las formas en que pueden ser beneficiosas, sus usos y su naturaleza. El místico hace lo mismo, pero en lugar de utilizar algún instrumento técnico o proceso científico especial, primero pretende encender esa luz dentro de sí mismo por la que pueda ver en este mundo de oscuridad e ilusión. “Buscad primero el reino de Dios”. Por lo tanto, su primera tarea es encender la llama interior. 

La historia de Aladino ilustra esta verdad. Aladino sólo pudo llegar a la princesa cuando obtuvo primero la lámpara o luz que ella deseaba. Sale al mundo, pero no encuentra la luz allí. Entonces se adentra en el bosque, y allí se encuentra con alguien que es capaz de mostrarle el camino para alcanzarla. Esta persona no puede dársela por sí misma. Esto significa que la simple emoción no es suficiente para traerla. No, se le dice que vaya a una determinada montaña y repita ciertas palabras que harán que la ladera de la montaña se abra. Lo hace, y las cuevas se abren, pero cuando está dentro de ellas comienza a sofocarse porque no hay aire. Sin embargo, sigue adentrándose en las cavernas con perseverancia, y con el tiempo encuentra la lámpara.  

Es con esta “luz” que el místico obtiene el conocimiento dentro de sí mismo. Tan pronto como tiene la posesión de esta luz, todas las cosas revelan su secreto, y adquiere una sabiduría mayor que la que posee cualquier científico. Se puede pensar que un místico no podría descubrir todo lo que sabe el científico. Sí, los detalles encontrados por el científico pueden parecer diferentes, y sin embargo el místico percibe las mismas verdades que el científico busca. No utiliza las mismas palabras ni los mismos términos; no conoce los mismos procesos de la misma manera que el científico, y sin embargo encuentra los esbozos de la totalidad de lo que el científico llega a conocer por sus laboriosos métodos. 

Ha sucedido que algunos científicos son Sufis; Avicena fue uno, Lokman el griego fue otro, y sus conocimientos fueron mayores por tener la luz. Tal vez, incluso sin la información técnica, el místico pueda tener más conocimientos. Puede que no sepa exactamente cómo fabricar una sustancia química, como puede afirmar el científico, pero puede ver el secreto que hay detrás de cada objeto, y el propósito que subyace a cada objeto.  

El místico puede analizar el mundo entero muy fácilmente y comprenderlo a través del vehículo de un cuerpo individual. Es cierto que no puede darse cuenta de todas las cosas a la vez, pero si se propone conocer alguna cosa en particular, lo hará mucho antes que cualquier otra persona, porque tiene la luz en su interior. 

Su método es meditativo. Es como abrirse a sí mismo, abrir los vehículos – los sentidos y las diversas facultades invisibles de la mente, las facultades abstractas que están más allá de las facultades perceptivas. Estos vehículos se abren por medio de la meditación, y ahora el alma trabaja a través de todas las partes -vistas y no vistas- en lugar de hacerlo sólo a ciegas a través de una parte del ser, como hasta ahora. Incluso los sentidos corporales se vuelven más sensibles.  

El sentido del tacto se agudiza; el sentido de la vista se agudiza, así como el sentido del oído. El gusto se vuelve más agudo. De hecho, la actividad en su conjunto, el vigor de la acción, el entusiasmo, todo aumenta después de la meditación. Cuando la energía corporal y su sensibilidad son mayores, se demuestra que también aumentan las otras facultades que no se ven: la razón, la imaginación y su poder de creación, la memoria y su poder de retener el pensamiento. El ego también se desarrolla. Entonces, después de que se hayan desarrollado todas estas facultades, comienza el desarrollo de una parte aún más elevada del ser: el ser abstracto, que está vinculado con los demás. La mente de la persona se convierte en la mente de otra persona, su pensamiento se convierte en el pensamiento de otra persona, y el místico comienza ahora a trabajar a través de los objetos y no simplemente a través de las personas que le rodean. A partir de este momento, los objetos funcionan como él desea que funcionen.  

Las experiencias del místico son ahora más que fenómenos; sus sueños son un fenómeno y, por lo tanto, cuando un pensamiento viene a él, se convierte en algo más que una mera imaginación, y es una fuerza que actúa a través de su mente para lograr un efecto, ya sea constructivo o destructivo. Todo lo que surge en su mente se convierte en una realidad. Cuanto más se desarrolla, más real se vuelve su reino. 

Continuará…  

Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui 

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