Hazrat Inayat : Message and Messenger pt IV (Spanish version)

Hazrat  Inayat : El Mensaje y El  Mensajero  pt  IV  

En esta entrega de nuestra serie, Hazrat Inayat Khan se centra en las palabras “Alfa y Omega”, que nos enseñan que el Mensajero está siempre presente. La publicación anterior de la serie está aquí.  

Espiritual significa consciente del espíritu. Hay una línea de una canción, “La noche tiene mil ojos, el día sólo uno”. Cuando una persona vive en su mente, vive en la oscuridad de la noche. En el momento en que se eleva por encima de su mente y despierta en la luz del alma, se vuelve espiritual. Y si mil personas espirituales hablan, dirán lo mismo, tal vez con palabras diferentes, pero con un solo significado, ya que tienen una sola y la misma visión. Por eso la realización espiritual se llama la Verdad. Hay muchos hechos pero sólo una verdad. Los hechos pueden ser puestos en palabras, pero no la verdad, porque Dios es la Verdad, el alma es la Verdad, el verdadero ser del hombre es la Verdad. Puesto que la Verdad es ilimitada e incomparable, sólo ella conoce, disfruta y realiza su propia existencia.  

La clave del secreto del mensajero se encuentra en la Biblia, pero muy pocos reflexionarán sobre ella  y la razonarán por sí mismos. La clave está en las palabras, “Soy Alfa y Omega”, “Soy el primero y el último”. ¿Puede eso significar, “Sólo vine por un tiempo, y luego me llamaron Jesús, y sólo entonces di un mensaje; no hablé ni antes ni después de ese tiempo”? Alfa y Omega significa el primero y el último: siempre y continuamente presente, nunca ausente desde el principio de la creación hasta el final.  

Una pregunta surge en la mente inquieta: ¿quién puede ser este Alfa y Omega? ¿Qué era él antes de Jesucristo? ¿Qué sería él después de la época de Jesucristo? Para aquellos que ponen el agua del océano en una jarra, esa agua es del océano; pero en realidad sólo el océano es el océano. Cuando los que tienen diferentes credos, que tienen diferentes dogmas y formas de culto, dicen que sólo esta o aquella es la enseñanza de Cristo, puede ser en parte verdad; pero no es toda la enseñanza de Cristo. Es tan cierto como decir, “Este es el océano”, si uno trae un poco de agua del océano en una jarra.  

Esto muestra que hubo una personalidad llamada Jesucristo que trajo el mensaje; esta era la personalidad que fue Jesús. Este es el secreto de ese espíritu Alfa y Omega de Cristo. Si uno pudiera ver ese espíritu escondido detrás de las diferentes personalidades, estaría constantemente en la visión de Cristo.  

Así como hay tantas almas en el mundo, así son tantos sus caprichos y sus fantasías. Muchos miran favorablemente a cierto maestro, pero muchos otros no, y nunca ha habido un maestro en el mundo al que todos miraran favorablemente. La alabanza no puede existir sin culpa, pues nada tiene existencia sin su opuesto, así como el placer no puede existir sin el dolor. Nadie puede ser grande y no pequeño; nadie puede ser amado y no odiado. No hay nadie que sea odiado por todos y no sea amado por alguien; siempre hay alguien que lo ame.  

Si uno se diera cuenta de que el mundo de Dios, su esplendor y su magnificencia, están para ser vistos en los sabios y en los necios, en los buenos y en los malos, entonces uno pensaría tolerante y reverentemente de toda la humanidad, sabiendo que representa al mensajero, como el mensajero representa a Dios. Porque nadie ha visto a Dios en ningún momento, pero si hay alguien que representa a Dios, es el hombre que habla su palabra. Dios se ve en aquel que lo glorifica.   

Pero si nuestros corazones están cerrados, aunque esperemos mil años a que el mensajero se muestre, nunca lo encontraremos. Porque el que siempre está ahí ha dicho: “Yo soy Alfa y Omega”. Existo a cada momento. Cuando me llamas, estoy ahí. Llama a la puerta y te responderé”. Y aquellos cuyos ojos están abiertos no necesitan ir a una iglesia y mirar una imagen o estatua del Señor. En los ojos de cada niño, en la sonrisa de cada niño inocente, reciben la bendición de Cristo.  

Solo significa cambiar la visión de la vida y reconocer lo divino en el hombre. Pero el hombre ha ignorado el espíritu divino que se manifiesta en la humanidad, y siempre prefiere un ídolo, una pintura, un cuadro, al Dios vivo que está constantemente ante él. Para el sabio, el vidente, el santo y el yogui que empiezan a ver al Maestro, y lo ven vivo, no hay lugar donde no pueda ser visto. Entonces, en todas partes el amado maestro está listo para responder al grito del alma, la respuesta viene del amigo, padre o maestro. Y si avanzamos un poco más, encontraremos que el maestro habla en voz alta, no sólo a través de los seres vivos, sino a través de la naturaleza. Si los ojos y los oídos están abiertos, las hojas de los árboles se convierten en páginas de la Biblia. Si el corazón está vivo, toda la vida se convierte en una sola visión de su sublime belleza, hablándonos a cada momento.  

Continuará…  

Traducido al español por Arifa Margarita Rosa Jáuregui 

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