Hazrat Inayat Khan: Oración
¡Si solo pudiésemos conocer la dicha de pedir perdón, incluso a nuestro prójimo, cuando nos damos cuenta de que hemos cometido una falta, por pequeña que sea! Y cuando pedimos al Padre de todos que nos perdone una falta, entonces alegría, belleza y felicidad brotan en el corazón de una manera desconocida hasta que es experimentada. ¡Y luego, pensar que podemos pedir perdón a Aquel cuyo amor es ilimitado, mientras que nuestros errores son innumerables y nuestra ignorancia ilimitada! ¡Piensa en la dicha de pedir el perdón de Dios! Todo momento de nuestra vida, si podemos verlo sabiamente, contiene alguna falta o error, y pedir perdón es como purificar el corazón y dejarlo blanco. ¡Sólo piensa en el gozo de ser humilde ante Dios!
Hay una historia de Akbar. Él estaba de luto por la muerte de su madre y durante mucho tiempo su pena era tan grande que no la podía superar. Sus ministros y amigos trataron de consolarlo, diciéndole lo afortunado que era, cuán grande era su influencia y su poder. Él respondió: “Sí, lo sé, pero una cosa me aflige. Tengo a todo el mundo inclinándose ante mí, pero había alguien, cuando yo entraba en el palacio, ante quien yo podía ser humilde. Podía ser nada frente a ella, y no puedo expresarles la dicha de esto”.
Piensa entonces en la gran dicha de ser humilde ante aquel Espíritu, aquel Ideal que es el verdadero Padre y Madre, de cuyo amor siempre puedes depender. Es una chispa de Su amor la que se expresa en el padre y la madre terrenales. Y de cualquier manera en que debas mostrar humildad ante Él, nunca puede ser suficiente. Ser humilde en tu limitado ser ante Su Perfección; eso es negarte a ti mismo. La abnegación no es renunciar a las cosas, es negar el “yo”, y esta es la primera lección de humildad.
Y la bendición que podemos recibir por medio de la oración se hace mil veces más grande cuando la bendición es recibida por unos pocos que están unidos en el mismo pensamiento y oran juntos.
Traducido por Prajnabai Mariana Betancur