Hazrat Inayat: Autoayuda y logro
Hay una creencia – y muchos tienen esta creencia – de que se puede tener ayuda externa para secundar nuestros logros, ayuda de santos, sabios, maestros, espíritus, o ángeles. Sin duda hay mucha verdad en esto y la ayuda llega cuando la pides y la necesitas, y todo tipo de ayudantes te darán su ayuda cuando los invoques. Pero, al mismo tiempo, la autoayuda no debe descuidarse ni ignorarse, ya que, después de todo, la autoayuda es el mejor tipo de ayuda, y todos buscarán ayudar al que trata de ayudarse a sí mismo. Hasta qué punto uno debe esperar tal ayuda externa se puede explicar de mejor manera por el hecho de que atraemos la ayuda y el poder de realización en la medida de nuestro deseo y fuerza de voluntad. En nuestro deseo de lograr cosas buenas y útiles atraemos a ayudantes buenos, y en las cosas malas que deseamos, atraemos ayudantes del mal. El lado Satánico de la vida está siempre listo para ayudar al hombre, así como lo está Dios. Tan pronto como una persona tiene un determinado pensamiento de maldad, todos los medios de ayuda comienzan a manifestarse. La ayuda para los buenos pensamientos llega más despacio al plano físico, mientras que para algo malo llega más pronto. Porque pequeñas piedras, como la línea de menor resistencia, se encuentran en cualquier lugar, ¡pero qué raros son los diamantes! Los motivos y acciones de maldad toman mucho menos tiempo en lograr su propósito y conllevan menos trabajo, mientras que las cosas buenas se logran con mucha paciencia y perseverancia. Y la diferencia sólo puede reconocerse en sus resultados. Es, en realidad, al final que el hombre conoce aquello por lo que ha estado luchando. El mal siempre tiene al final un poder debilitante, mientras que la virtud es un poder que fortalece. Una decepción o un fracaso en el sendero de la virtud traerán al fin más felicidad que el éxito y el logro del deseo en el sendero del mal. La pérdida que se experimenta en el camino de la virtud es preferible por mucho a la ganancia en el camino del mal.
Hay tres etapas en todo deseo: inclinación, búsqueda, logro. Es después de estas tres etapas que el resultado del deseo del hombre se manifiesta y sólo entonces el hombre se da cuenta de su deseo en plenitud. En la primera etapa el deseo puede ser confuso; en la segunda etapa hay una asimilación en la idea y la acción; en la tercera etapa hay la dicha de la realización o la pena del fracaso. Pero el resultado, más tarde, puede probar que uno preferiría incluso la pena a la dicha y sus consecuencias, pues incluso una dicha puede causar una tristeza más grande. ¡Es tan fácil desear algo! Pero es difícil saber si resultará ser bueno para uno o no, pues aquello que uno quiere hoy puede odiarlo mañana; y si el deseo de hoy se cumple mañana, cuando ha terminado el tiempo en que le gusta y se acerca el tiempo en que lo odia, entonces hubiera sido mejor olvidarse del deseo tan pronto como nació.
Querer una cosa es un asunto sencillo, pero quererla de forma continua es algo difícil. ¡Y cuánto tiempo el hombre desperdicia en querer cosas y después no quererlas! Esta facultad de querer cosas se presenta también en los niños. De ahí que la gran tarea en la vida sea observar nuestros deseos, saber, comprender y analizar: ¿qué es lo que quiero, por qué lo quiero, y cómo puedo obtenerlo?, y ¿cuál es el resultado que probablemente conlleve? Es parte de la sabiduría, una vez que has estudiado y comprendido esta pregunta, continuar avanzando de manera inteligente, valiente y constante a lo largo del camino del logro para perseguir el fin.
Traducción al español: Darafshan Daniela Anda