Hazrat Inayat: Espiritismo, parte III
Con esta publicación concluimos la breve serie sobre el espiritismo, o la comunicación con los fantasmas y los espíritus. Como Hazrat Inayat Khan concluye de manera bastante informal, con un par de anécdotas personales, sugiere que esta enseñanza puede haber sido impartida sólo a un pequeño grupo de estudiantes cercanos.
En cuanto a la comunión con los espíritus, que es un tema sutil, diré que es mejor tener más conexión con los seres que viven en la tierra que obsesionarse con el deseo de reunirse con la gente del otro lado de la vida. Es aquí donde debemos evolucionar, y al estar absortos en los que han fallecido nos alejamos de la vida que debemos tener; y vivimos en la tierra como si estuviéramos muertos. Las personas que persiguen a los espíritus tienen una expresión de muerte en sus rostros.
Tener devoción por los seres inmortales y santos que han fallecido es permisible porque están más vivos que los vivos y más que los muertos.
Hay espíritus que atraemos por nuestro amor hacia ellos, por nuestro deseo de su presencia. Estamos rodeados en la vida por nuestros amigos, por aquellos que nos gustan, a los que por nuestro gusto atraemos hacia nosotros. Y atraemos a los espíritus también por nuestro amor. Estos suelen ser de un tipo superior, a los que llamamos para que nos ayuden, para que nos guíen, los murshids y los profetas. A veces hay visiones de los murshids, los seres superiores; estos vienen al iniciado. Vienen a guiar y ayudar en todas las dificultades. Alguien que está muy absorto en el pensamiento de un profeta o murshid puede estar tan perdido en él, que si lo invoca en cualquier dificultad, aquel a quien llama siempre vendrá a ayudarle. Tener devoción por un murshid o un profeta que ha fallecido es mejor que pedir su ayuda en cualquier dificultad que podamos tener, pues Dios Todopoderoso está más cerca de nosotros y es suficiente para ayudarnos en todas nuestras dificultades. No es necesaria la mediación de nadie, ni vivo ni en espíritu. Por supuesto, como en la vida, dependemos de la ayuda de los demás. También en el plano superior, si se nos concede la ayuda de algún espíritu santo podemos aceptarla, pero sólo si el ser de Dios se realiza en todo; de cualquier fuente que venga la ayuda, es de Dios.
He tenido muchas experiencias de la visión de mi murshid, una de las cuales es la siguiente.
Una vez estábamos haciendo un viaje de tres días a través de la selva, en un lugar donde había un gran peligro de los ladrones, y cada noche dos o tres viajeros eran asesinados. La nuestra era la caravana más pequeña. Generalmente las caravanas eran de veinte vagones, pero sucedió que la nuestra era de tres vagones solamente. Llevaba conmigo piedras preciosas que me había regalado el Nizam de Hyderabad, y en lugar de armas llevaba instrumentos musicales. Durante toda la noche vi la forma de mi murshid, al principio débilmente, después claramente, caminando con el vagón. Los otros dos vagones fueron atacados y robados, y se llevaron algunos paquetes sin valor. Pero mi vagón estuvo a salvo. Este no es el único caso que he tenido en mi vida; he tenido mil experiencias de este tipo.
Los animales pueden ver los espíritus mejor que nosotros, porque su actividad es menor que la nuestra. Nosotros, debido a las preocupaciones y ansiedades de la vida y a las comodidades y tentaciones de la tierra, vivimos más en la superficie, aunque nuestra inteligencia es más brillante que la de los animales. Los animales, después de su muerte, también aparecen como espíritus, pero por un período más corto y en menor número que los seres humanos, pues no están tan absortos en la vida terrenal como el hombre en su persona y sus posesiones.
Una vez tuve una experiencia con un perro. Al volver del teatro en mitad de la noche con unos amigos, vi que un perro nos seguía. Mostraba un interés especial por nosotros. Uno de nosotros, pensando que era un perro de la calle, lo golpeó con su palo. En el momento en que el palo lo golpeó, el perro desapareció, y en el mismo instante el palo se rompió en pedazos. Esto ocurrió en presencia de muchas personas. Entonces descubrimos que un perro, una mascota de nuestra familia, muy querido por nosotros, había muerto seis meses antes, y era el espíritu de ese perro, todavía apegado a nosotros, el que nos seguía. Este perro era excepcional, y una cosa notable en él era que todos los jueves, regularmente, ayunaba.
Traducción: Abdel Kabir Mauricio Navarro J.