Hazrat Inayat: Espiritualidad, La Afinación del Corazón parte IV
Con esta publicación concluimos este largo texto iniciado aquí y continuado aquí y aquí. En esta serie de publicaciones, el lenguaje corresponde aproximadamente al estilo natural de hablar de Hazrat Inayat Khan, que muchos estudiantes apreciarán, y aunque plantea algunos problemas especialmente para los traductores, el significado general es claro.
Sufís de todos los siglos, místicos de la India, Persia y Egipto han considerado el despertar de la cualidad del corazón como lo más importante en la vida. Porque todas las virtudes que el sacerdote pueda enseñar y recetar, las virtudes dichas para practicar en la vida, vienen naturalmente cuando el corazón se abre. No necesitas aprender virtud. Entonces la virtud se vuelve propia en uno. Todas las virtudes que son enseñadas por la gente, ¿cuánto duran? Si existe alguna virtud, debe llegar por sí misma. Por consiguiente, la espiritualidad es natural. Si los animales y los pájaros pueden sentir exaltación espiritual, ¿porque no nosotros? Exceptuando esto, no vivimos una vida natural. No tengo tiempo para explicar lo que quiero decir con vida natural. En breve, debo decir que hemos tratado en la civilización, en la vida, de estar lo más alejados posible de la naturaleza y la vida natural, respirando atmosfera artificial contra las influencias climáticas, consumiendo comidas que hemos fabricado e improvisado al hacerlas, volviéndola muy diferentes a lo que la naturaleza fabricó. Lo hacemos a través de cocinarla, y prepararla diferente, muy diferente a la forma en que la naturaleza la ha dado. Además de eso, mientras más profundo penetramos en la vida de la comunidad, más descubrimos que no estamos en la ruta como deberíamos estar. Parece que hemos perdido nuestra individualidad. Lo hemos llamado progreso, un progreso hacia cierta condición. Y ahí comenzamos a darnos cuenta de que estamos en una encrucijada. Y ahora ha llegado el tiempo, y cada día llega más y más, en que hay un reconocimiento de este hecho, que personas pensantes y sabías que son justas y honestas dicen que no estamos progresando, sino que estamos en una encrucijada. Y estamos buscando la puerta de esa encrucijada. Hablé con un gran científico y pese a todo su conocimiento, ¿qué dijo? Dijo que no sabemos dónde estamos, Hemos descubierto este invento, pero no sabemos cómo controlarlo para mayor beneficio en la vida.
Inventos aparte, la primera pregunta es cómo hacer la vida tan buena como podamos, cómo lograr lo mejor de esta oportunidad que está transcurriendo. Cada instante perdido, no es que se pierda dinero, pero un instante perdido es incomparablemente más valioso. En la medida que el hombre se dé más y más cuenta, así más y más llegará a la conclusión y a reconocer que ha andado y andado, pensando que estaba progresando, pero que se ha estado moviendo en la misma encrucijada. Si tan solo encontrara la puerta, la puerta que es llamada por los sabios el logro espiritual. Por muy educados que seamos, por mucho que hayamos acumulado, por mucho que sea el poder y la posición ganados, nada será eterno excepto una cosa, y es el logro espiritual. Sin esto, siempre habrá descontento y sentimiento de incomodidad.
Ningún conocimiento, poder, posición, ninguna riqueza puede dar la satisfacción que puede dar el logro espiritual. No existe nada más fácil, ni nada más difícil en el mundo: difícil porque lo hemos vuelto difícil, fácil porque es la cosa más fácil posible. Por cualquier otra cosa tenemos que comprar y pagar. Tenemos incluso que comprar el agua. Pero para el logro espiritual no tenemos que pagar impuesto. Es nuestro, es nuestro ser, es descubrirnos a nosotros, encontrarnos a nosotros. Y aun, aquello que valoramos es lo que obtenemos con dificultad. El hombre ama mucho la complejidad. Hace una cosa grande y dice que es valiosa. Si es simple, dice que no tiene valor. Y en gente de la antigüedad, por consiguiente, conociendo la naturaleza humana, cuando alguien decía que quería el logro espiritual, se le decía: “Sí, ve por diez años alrededor del templo, camina a su alrededor cien veces por la mañana y cien veces por la tarde, y ve al Ganges y llena tu cántaro con agua del Ganges por diez años, entonces lograrás la inspiración”. Esto es lo que debería hacerse con la gente que no está satisfecha con una simple explicación de la verdad, que quiere complejidad.
A menudo, habiéndoseme pedido, “debes mostrarnos una verdad tangible”, como dicen los americanos, “debes mostrarnos…” Con frecuencia he pensado cómo seria si yo escribiera en un pequeño ladrillo “Verdad” y lo entregara diciendo, “¡Sostenlo firme! Aquí hay una verdad tangible”. La gente educada, cuando escribe una carta, espera que sus amigos lean entre líneas. Incluso los sentimientos sutiles del corazón humano no pueden ser expresados en palabras. ¿Cómo entonces puede alguien esperar que la verdad sea expresada en palabras? Lo que puede decirse en palabras nunca puede ser verdad. La gente no distingue entre el significado de hecho y verdad. Siempre están confundidos entre verdad y hecho, es el peor error que se comete muy a menudo. Si una persona es de naturaleza tosca, o naturaleza insolente o un cabeza dura dice “¿Qué me importa? ¿Qué me importa como lo tomen?”. Solo digo la verdad. No importa que alguien se hiera” Pero la verdad es la cosa más fina y más bella. Si dices la verdad, ¿puede herir a alguien? Si hieres a alguien, ¿puede ser verdad? La verdad debe elevar a una persona, debe iluminar a una persona, debe ser la cosa más bella de la tierra, armonizando, edificando, inspirando, no puede ser dañina, no puede ser hiriente. Si es verdad, es lo más sanador que existe. Por consiguiente, la gente interpreta la verdad en la forma de los hechos y se confunde con las palabras verdad y hecho, tal como con alegría y felicidad. Cuando están alegres dicen “soy feliz” y cuando están felices dicen “estoy alegre”. Pero la alegría está lejos de la felicidad. Algo pequeño puede dar alegría, pero para estar feliz se debe alcanzar el tono donde existe la felicidad eterna. La alegría viene y va. Es la sombra de la felicidad. No es felicidad. Así también la gente se confunde con inteligencia y sabiduría. De un sabio dicen, “¡qué hombre tan inteligente!” Y de un hombre inteligente dicen “qué sabio es”. Una persona del mundo no es sabia, es inteligente. Y un hombre sabio no es necesariamente inteligente, aunque es sabiduría perfecta. La inteligencia es la sombra de la sabiduría. La sabiduría es la luz.
Sin duda, en todos los siglos, en Oriente, los buscadores de la verdad han procurado seguir la ruta de aquellos que ya están familiarizados con el camino, con el fin de andar el camino han buscado su guía. Hoy día un hombre llega y dice: “No quisiera seguir ninguna guía ni consejo. Si un libro me lo puede decir, lo leeré, Dímelo ahora. Lo haré”. ¡Imaginen! Para desarrollar tu voz vas donde el profesor de cultura vocal y haces mil prácticas con la boca abierta, y haces mil clases de muecas diferentes que nunca te hubiera gustado hacer. Para desarrollar la voz debes hacer mil cosas que suenan tontas, con el fin de poder cantar un día. ¿Y qué tiene que ver el logro espiritual con cantar? Si cantar requiere de tantos años de práctica y tanta concentración y tanta disciplina con las tareas del profesor, ¿cómo puede un maestro espiritual decir en un comedor lo que significa la espiritualidad? Preguntan, “¿nos diría en una palabra cómo alcanzar la espiritualidad?”. ¿Es algo tan sencillo?
Además, ¿quién puede decirlo? y ¿cómo puede decirse? Es algo para ser descubierto por uno mismo. El maestro solo puede ponernos en el camino para alcanzar ese reconocimiento que se llama espiritualidad. Sin duda, de acuerdo con la idea de la gente en Oriente, la responsabilidad del maestro espiritual es más grande incluso que la de los padres con los hijos. Desde que nacen, sus enseñanzas se centran en el bienestar del hijo. Aun cuando ha crecido, en el corazón de los padres el hijo es lo mismo, están interesados en todo lo que hace. Puede que el hijo no se ocupe de ellos, pero lo entenderán. Puede estar lejos, y todavía el corazón de la madre estará siempre anhelando el bienestar del hijo en la distancia. Lo mismo con el maestro. El maestro espiritual, bajo cuya guía el discípulo se coloca, estará llenando para él el lugar de ambos, el padre y la madre y aún más. El bienestar es su religión. Es su responsabilidad espiritual. Para el maestro espiritual no hay otra religión. No es necesariamente un sacerdote. Todo el deber que tiene es estar deseoso de la prosperidad y el bienestar de aquellos que buscaron su guía, que marchan bajo su dirección. Es por esto que los grandes como Jesucristo, Buda, Moisés, Mahoma, o alguno de los otros que vienen de tiempo en tiempo a servir a la humanidad, en pequeña medida o en gran medida, su servicio ha sido un servicio de amor y afecto para elevar a la humanidad a través de su propio ejemplo, de sus propias ideas, de su propio amor. Lo que enseñaron no es tan importante. Es entregado más allá de las palabras como amor y luz. Ese es el sacramento en la iglesia. Es lo mismo en la forma de amor y sabiduría. Lo que ha venido en palabras o a través de los labios es muy poco.
Si comparas la Biblia o cualquier libro espiritual con un escritor de hoy, no hay comparación, porque el valor no radica en la capacidad del escritor, su valor está en la personalidad del maestro, la maravillosa alma que de tiempo en tiempo sirvió a la humanidad para progresar. Ya sean conocidos o desconocidos, sea que la humanidad los haya olvidado o aun los recuerde, han hecho su deber y lo hacen siempre. Y aquellos que aprovechan la oportunidad de beneficiarse a través de su enseñanza, de su pensamiento, son los bendecidos.
Que Dios los bendiga.
Traducción al español Hafiz Juan Manuel Angel