Hazrat Inayat: Etapas de la autorrealización pt III
Continuando con su explicación sobre los pasos hacia la realización, Hazrat Inayat Khan muestra que corresponden con las etapas de evolución de la fe. La publicación anterior está aquí.
Luego hay un segundo paso hacia la creencia y es la creencia en una autoridad, como ocurre con la gente en la época de una dictadura – creen en un líder. Dicen: “No voy a creer en el hombre común, en mi vecino, en mi colega. Creo en ese hombre, en el que confío”. Esta creencia está un paso más allá, porque es una creencia en alguien en quien se confía. Cuando una persona dice: “Soy cristiano”, significa que cree en Jesucristo y en sus enseñanzas. Es una creencia en alguien, no en una abstracción. Se podría pensar que la gente no cree en la autoridad hoy en día, pero no es así. Por ejemplo, todo el mundo acepta un descubrimiento hecho por un científico antes de haber investigado sobre él. Las investigaciones vienen después. Cuando alguien se presenta y dice que ha descubierto algo, todo el mundo lo acepta. Quizás otro científico produzca algo más en que se pueda creer, pero la multitud cree a quien dice algo con autoridad.
Luego hay una tercera etapa de creencia, una etapa posterior, y esta creencia hace al hombre aún más grande. Es la creencia de la razón, y significa que uno no cree en ninguna autoridad, ni en lo que todos los demás creen, sino que lo ha razonado. Que uno ve la razón en eso. Esta creencia es aún más fuerte; porque de las creencias que he explicado antes uno no puede dar pruebas, pero en este caso uno puede levantarse y decir: “Sí, lo he razonado”.
Sin embargo, esto también tiene su limitación. Puesto que la razón es esclava de la mente, la razón es tan cambiante como el clima; la razón obedece a nuestras impresiones. Si tenemos un impulso de insultar a una persona, o de pelear con ella, podemos producir muchas razones para ello. Puede ser que después haya razones contrarias. Pero en ese momento, mientras tenemos ese impulso, correcto o incorrecto, siempre hay una razón que lo apoya. ¿Acaso los delincuentes encarcelados han cometido delitos sin una razón? No, también tienen una razón. Quizá no se ajuste a la ley, o no satisfaga a la sociedad, pero si les preguntamos, tienen una razón. La razón que tenemos hoy quizá la cambiemos la semana que viene, pero sin embargo esta tercera creencia nos hace mantenernos en pie, por ese momento, si no por siempre; y nos da un mayor poder para defender nuestra creencia.
Y entonces hay una cuarta creencia. Esa creencia es una creencia de convicción que está por encima de la razón. Hay un sentido de convicción en el hombre que no es descubierto por algún tiempo en su vida. Pero llega un momento en que se descubre; y ese es un día bendecido. Entonces surge una idea, una idea que ninguna razón puede romper, un sentimiento que no es un sentimiento pasajero, sino una convicción. Por muy elevada que sea la idea, uno parece ser testigo de esa idea. Uno se vuelve tan fuerte, tan seguro, como una persona que ha visto con sus propios ojos. Uno puede estar convencido de ideas tan sutiles que ni siquiera pueden expresarse con palabras, y uno está más convencido de ellas que si las hubiera visto con sus propios ojos. Es esta creencia la que los sufíes y los místicos persas llaman Iman, que significa convicción.
Recuerdo la bendición que mi maestro espiritual, mi murshid, me daba cada vez que me separaba de él. Y esa bendición era: “Que tu Iman se fortalezca”. En aquella época no había pensado en la palabra Iman. Al contrario, pensaba como un joven: ¿es mi fe tan débil que mi maestro exige que sea más fuerte? Hubiera preferido que dijera: “Que te ilumines, que tus poderes sean grandes, que tu influencia se extienda, que te eleves más y más, o que te vuelvas perfecto”. Pero esta simple cosa, que tu fe se fortalezca, ¿qué significaba? Yo no criticaba, sino que reflexionaba y reflexionaba sobre el tema. Y al final llegué a comprender que ninguna bendición es más valiosa e importante que ésta. Porque toda bendición va unida a una convicción. Donde no hay convicción no hay nada. El secreto de la curación, el misterio de la evolución, el poder de todos los logros, y el camino hacia la realización espiritual, todo proviene del fortalecimiento de esa creencia que es una convicción, de modo que nada puede cambiarla.
Continuará…
Traducido por Inam Anda